Lo que empezó “como una pequeña orquesta de práctica orquestal en el 94”, ha evolucionado hasta el punto de ser, 30 años después, “un grupo instrumental que puede tocar ahora el repertorio más complicado que hay para cualquier orquesta sinfónica”, asegura sobre la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia (OSG) su director académico, Alejandro Sanz. 
 

Y es que, con motivo del 30 aniversario de este proyecto educativo de la OSG, la Joven vive esta semana su tradicional encuentro, que culminará el próximo domingo, en el Palacio de la Ópera, con la interpretación de las ‘Cuatro últimas canciones’ y ‘Así habló Zaratustra”, de Strauss. Será a las 20.00 horas, bajo la dirección del maestro José Miguel Pérez-Sierra.
 

“Es un proyecto que deja poso en Galicia y en España, porque viene gente de toda España, aunque el 90% son de Galicia”, explica Sanz, que asegura que “toda la energía y todo el coste que pueda tener el proyecto, repercute en esta sociedad”. Y lo asegura con la claridad de llevar años viendo el proceso: “Estamos creando, como mínimo, mejores ciudadanos y, desde luego, unos músicos excepcionales”. “Yo no entiendo la Sinfónica de Galicia sin el proyecto de la Orquesta Joven”, añade.

Y lo dice recordando que el fin de semana pasado, la OSG interpretó la Sexta de Mahler y, para ello, necesitó una treintena de refuerzos. “De esos 30, no te exagero si 25 o 26 son exalumnos de la Joven que están en otras orquestas o en conservatorios, pero que vinieron para reforzar la obra, porque es un plantillón”.
 

Para entender el calado de la Joven, Sanz indica que es necesario recordar el papel de James Ross durante su estancia en A Coruña. “Nos dio unas claves que son básicas, que es creer siempre que se puede llegar a un nivel altísimo, independientemente de la materia prima que se ponga”, afirma, “con trabajo, dirección, seriedad y mucho tiempo y mucha paciencia, se puede llegar a que suenen como una orquesta profesional”. 

Creo que, posiblemente, no nos damos cuenta ni los que estamos dentro de la joya que tenemos
 

Para Sanz, la Joven no es solo un impulso para sus integrantes a nivel musical, lo es también para la vida en general. Pero, en el campo musical, destaca que “críos de 16, 17, 18 y 19 años están tocando música que incluso estéticamente tiene una profundidad tan grande que a lo mejor no están suficientemente maduros para tocarla, pero la tocan y es una pasada”.
 

“Yo creo que, posiblemente, no nos demos cuenta ni los que estamos dentro de la joya que tenemos, de lo afortunados que somos, es un lujo increíble”, concluye Sanz.