El acceso a los pubs y las discotecas ha provocado desde discusiones más o menos subidas de tono en la puerta hasta canciones instaladas en la cultura popular. Sin embargo, aunque parece ya comunmente aceptado el hecho de que no dejar entrar a alguien en un garito con zapatillas es tanto un error como una alegalidad, el debate se reformula respecto a la condición única cada vez más frecuente: el acceso mediante entrada o la obligación de consumir al hacerlo.
Si bien pasar por caja en las discotecas es un hábito de toda la vida y que prácticamente se da por hecho el ceremonial de hacer cola y pasar por taquilla, es ya habitual comprobar una estampa semejante en el acceso de ciertos de los pubs de referencia. Algunos propietarios han encontrado en ese método una forma de garantizarse que cada cliente repercuta en un mínimo de facturación, pero también existe cierta reticencia entre quienes simplemente apuestan por encontrar cobijo y disfrutar de un rato de baile con sus amigos.
Precedente de la pandemia
Es el cobro de entrada en los pubs un hábito que en A Coruña tiene su origen en las normas de la pandemia y que parece haberse quedado como un colchón de seguridad, tal y como explica Carlos Pereiro, propietario de Studio 54, en el Orzán: “Empezó a cobrarse para realizar el control de aforos pero, como todo ha subido excesivamente, desde el hielo hasta el alcohol, te garantizas que cada persona tenga un consumo mínimo. De lo contrario, te entran diez, te consume uno y las cuentas no dan”.
Luis Diz, presidente de Galicia de Noite y gerente de los locales de la zona del puerto, así como Playa Club, Andén y Oceánico, también mira a la inflación y a la rebaja en el consumo como uno de los condicionantes, pero también a la cada vez más importante oferta. “El mayor consumo de alcohol sigue en los supermercados y es la única forma que, dada la subida de materias primas y costes, para no subir los precios”, subraya. “A la hora de pagar entrada también hay que pensar que un DJ determinado es cultura”, matiza.
Y es que los hosteleros de la noche prefieren eludir el término entrada en sí y apuntan a un pago de la copa por adelantado, porque en la gran mayoría de ocasiones el importe es exactamente el mismo que el de la consumición. Así lo lleva a cabo uno de los decanos de la noche coruñesa, que recientemente ha optado por esa práctica, especialmente en el último turno de entrada.
Por su parte, Emilio Ron, gerente del Cine París, la tendencia es una realidad imparable. “Dadas las circunstancias de que la gente consuma menos, es necesario que se pague por un servicio. Es una tendencia que va a ir a más”, advierte.
Sin embargo, en el otro lado de la balanza se mantiene Antonio Ruiz, propietario de Quai y La Calle en La Marina, donde de momento se resiste a pedirle una garantía de consumo a sus clientes. “Las entradas es algo complicado, porque no todo el mundo lo comparte o lo entiende a la hora de salir”, dice.
La ley ampara la obligatoriedad de consumir para discotecas, clubs y pubs, el llamado grupo 4 en la tipología de la ciudad, aunque fuentes jurídicas apuntan que se trataría de la consumición mínima.