Reportaje | El suministro de grano y sus problemas en la Coruña del XIX

La escasez de grano y las dificultades de los panaderos para abastecerse de harina son un constante en la ciudad, agravado en parte por la habilidad de algunos de hacer negocio
Reportaje | El suministro de grano y sus problemas en la Coruña del XIX
Un quechemarín cargado de trigo naufragó cerca de la fortaleza de Praderas, en San Mauro, actualmente San Amaro

Como cierre al capítulo de entregas del siglo XIX, en este artículo se detallan las dificultades que existieron para abastecer de grano de la ciudad y las consecuencias de esta situación para los vecinos de A Coruña.        
El suministro estaba supeditado a la cantidad de granos que hubiese en el mercado y, teniendo en cuenta su tipología, de transacción económica, se apuraba el precio de subida por la demanda que había, ante la necesidad de acopio de los granos para hacer harinas y surtir al pueblo de pan. Así, este era uno de los mayores problemas que acuciaban a la sociedad de entonces, y muchos de aquellos comerciantes, dedicados no solo a los granos, sino a todo lo que se pusiese por delante, no desperdiciaban un momento para hacer un buen negocio.


La escasez de grano era una constante entre los panaderos. Una profesión controlada por la administración tras la creación, en junio de 1813, de unas marcas de cada horno de A Coruña. 


En concreto, una B para María de Domingo Beade y Bernardo de Coollazo; DC para Domingo Cancela; DS, Domingo Suárez; CM, Celia Domato; FD, Fernando Díaz;  FF, Francisco Fajinas; FL, Francisco López; FS, Francisco Solé; JB, José Varela; JC, Juan Carré; JG, Juan Guitián; JM, Juan Méndez y José Marty; MC, Miguel Cancelo; MM para la viuda de Miguel Mes; MR, Marcelo Martínez; PC, Pedro Cancelo; PM, Pedro Mes, y VZ praa Ángel Vázquez.

 

Instancia

En ocasiones, los mayores acaparadores de granos no eran otros que los grandes comerciantes, como Juan Francisco Barrié. El elevado precio al que lo vendía este empresario (20 y 21 reales el ferrado, a los que había que sumar 12 cuartos por molerlo, el gasto de los carros, la manutención y los sueldos de los de los criados) llevó a los panaderos a  pedir amparo al Ayuntamiento de La Coruña. En su queja advertían de que no se podía vender el pan al precio establecido y esperaban que se les concediese la gracia de hacerlo a diez cuartos la libra, pues de lo contrario cesarían en la producción para abastecer a la ciudadanía de A Coruña.


Esta instancia se registra el 23 de diciembre de 1814 y está firmada por Francisco Solé, Domingo Beade, Nicolasa Regueira, (Antonia Regueira) José Varela (Antonio García) Pedro Cancela, Francisco López, José Marty, Juan Méndez, Domingo Suárez, Pedro Agra, Bernardo Collazo, Marcelino Martínez (Nicolás Baliña) Domingo Cancela y Francisco Faginas (Isabel Faginas).


El Ayuntamiento de La Coruña no solo no da el brazo a torcer, sino que prevé severos castigos para los que incumplan el bando municipal de hacer pan al precio estipulado.

 

Rogatoria

Otro episodio vinculado al suministro de grano es la rogatoria que Pedro de Mes, el panadero de mayor producción de la ciudad, presenta en el Ayuntamiento el 14 de mayo de 1817. En ella expone que tiene una producción de 4.900 a 5.000 libras de pan al día de pan y existencias de harina para 15 días, por lo que solicita  autorización para traer dos mil ferrados de trigo almacenados en las aceñas del Burgo; 1.200 en las de las Jubias, de Pedro Lestache; otros 1.200 en las de Neda, de Andrés Muñiz, y 1.400 en las de Acea de Ama. Es decir,  cuatro partidas que sumaban los 5.800 ferrados. 


La administración municipal tiene en cuenta la escasez de grano y le coincede permiso para traer dichas partidas.


En cuanto a la sal, según los datos aportados por el fielato a cargo de Benito García de España, durante el mes de noviembre de 1818 los horneros consumieron 77 ferrados de esta sustancia: Bernardo Collazo, 16; Pedro Cancela, 18; Manuel Perfume, 20; Domingo Cancela, 12; Miguel Cancela, 2; Francisco Faginas, 8; Francisco López, 5; Domingo Suárez, 4, y Nicolasa Regueira, 2.


También relacionado con el  grano y el pan, el 16 de mayo de 1825, Luis Antonio Rueda libra un auto para que los facultativos titulares de la ciudad reconociesen el trigo que algunos vecinos habían logrado rescatar del quechemarín que había naufragado bajo el castillo de Praderas. 


En la resolución se indica que, una vez seco, evaporada la humedad que había cogido, se había certificado su buena calidad, por lo que su consumo no suponía perjuicio alguno a la salud pública. Así lo suscriben Luis Aquilino Pulleiro, Pedro Celestino Romero, Pedro Antonio Canales y Joaquín Rivero. 


La fortaleza de Praderas era parte de la defensa del entorno de Montealto, que abarcaba una amplia extensión y se ubicaba en el lugar donde en la actualidad se emplaza el Club del Mar.


Tres años más tarde del suceso, la escasez de pan y granos seguía siendo habitual, como muestra  la denuncia 1 de agosto de 1828, en la que varios capitanes de la guarnición de la plaza que hacen una visita al hospital militar advierten a los mandos de que el pan que se consume, resulta estar mal cocido y con menor peso, por lo que el gobernador interino, Luis López del Pan, insta al Ayuntamiento de la Coruña a que se corrijan los defectos de cocción y peso. 

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