La Orquesta Sinfónica de Galicia (OSG) dispondrá mañana un concierto extraordinario (Palacio de la Ópera, 20.00 horas), bajo la batuta de José Trigueros, en el que se estrenarán dos obras, una de ellas, la Sinfonía número 16 ‘Voces da Terra’, compuesta por Rogelio Groba Groba (Ponteareas, 1930) a encargo de la propia formación sinfónica.
¿Cómo describiría esta sinfonía?
Es una exaltación del canto y de la danza, dos elementos expresivos de la riquísima raíz folclórica gallega, desarrollados a través de cuatro movimientos vinculados a los cuatro elementos presocráticos: agua, tierra, aire y fuego; que se metamorfosean en la forma de foliada, cantiga, muiñeira y pandeirada. Esta sinfonía es la quintaesencia de la Galicia que se canta a sí misma.
La pieza la interpretará la OSG, usted pudo ver como nació y como se desarrolló, ¿qué le parece la orquesta en la actualidad?
Es una alegría componer una obra para festejar un aniversario de la OSG, formación que está en continuo proceso de desarrollo artístico, y me satisface que esta orquesta, que se estrenó con una obra mía en el 92, treinta años después vuelva a interpretar otra de mis obras. Es bonito que pueda hacer una obra para festejar su supervivencia y también la mía. La OSG bajo la dirección de Dima Slobodeniouk alcanzó cotas muy interesantes. Me quedé muy contento con las interpretaciones que hizo de mi Sinfonía número 1 y mi ballet ‘Galicia Danzas Meigas’.
¿Y que le parece su labor didáctica?
Me parece positivo todo lo que se haga en pro de la educación, pero no hay que olvidarse de la labor callada e invisible que realizan los conservatorios en los que también existen formaciones instrumentales y en los que se forman individualmente futuros músicos. Es en los conservatorios donde dan sus primeros pasos y es allí donde se realiza el arduo trabajo de motivarlos y formarlos desde la base.
Y a nivel general, ¿cómo ve la educación musical en A Coruña y Galicia?
Nunca hubo tantas oportunidades para estudiar música, sin embargo, algo falla en el método. Los conservatorios han apostado por impartir más horas teóricas que de práctica instrumental, mucha teoría y poca música lo que incurre en un alto abandono a edades tempranas.
Me satisface que esta orquesta, que se estrenó con una pieza mía, treinta años después vuelva a interpretar otra de mis obras
¿Qué habría que mejorar?
Hay que seguir mejorando la enseñanza continuamente. La educación es un proceso evolutivo tanto para alumnos como profesores, siempre hay que buscar a los mejores músicos y profesores para educar a las mejores generaciones futuras. Hay que olvidarse de tanta burocracia que maniata a los docentes y centrarse más en la música.
En su trayectoria ha compuesto más de 700 obras, ¿hay alguna a la que le guarde más cariño?
Las obras son como hijos y se las quiere a todas. Aunque por su complejidad y esfuerzo creativo tengo mucho cariño a mis seis óperas, sobre todo de Divinas palabras, María Pita, Camiños de Rosalía… y las sinfonías, conciertos, cantatas.
¿Y dónde encuentra tanta inspiración?
Para mí, la composición es una necesidad biológica como el comer o el beber y siempre ha sido el camino de realización de una necesidad vital. Mi inspiración es la contemplación, unas veces interior, otras, exterior. Recuerdo cómo nació mi cantata Cantigas de Mar después de ver por primera vez la preciosa vista de la ría de Cedeira.
¿Tiene alguna pieza nueva en mente?
Mi cabeza no para, otra cuestión es aceptar la edad que tengo y ser consciente de mis limitaciones y mis fuerzas.