Los vecinos del barrio de San Pedro de Visma han solicitado medidas restrictivas para sus calles, que en realidad suponen una prevención para que los sustos recientes no se conviertan en dramas futuros. Así, el Ayuntamiento accederá a la petición de los residentes de convertir sus calles en Zona 30 como regla general. La aplicación será inminente, y llegará acompañada de todo tipo de trampas y desafíos para aquellos que aún así quieran llevar la seguridad vial al límite: badenes, bandas rugosas y demás obstáculos ya pueblan los potenciales puntos negros del área.
Si bien es cierto que la normativa establece que las vías urbanas de un solo sentido deben tener como velocidad máxima esos 30 kilómetros por hora, el ‘circuito’ de San Pedro de Visma dejaba al margen de esa protección varios puntos en los que el tráfico rodado suponía una amenaza a la integridad de los residentes, e incluso para sus propias casas. Por eso, el presidente de la asociación vecinal, José Ramón Calvete, no solamente celebra la medida sino también la celeridad en su aplicación. “Estamos todos muy contentos y aplaudimos la eficacia de la concejalía de Movilidad e Infraestructuras”, confiesa. “Era muy necesario y por fin se cumple uno de nuestros grandes deseos, porque hace tiempo que lo veníamos pidiendo”, añade.
Las curvas cerradas con escasa visibilidad, así como los pasos de peatones en grandes rectas se alternan en San Pedro de Visma con vías estrechas y sinuosas, como la que zizaguea entre casas al pasar la iglesia. Prácticamente en cada una de esas realidades los vecinos han sido testigo de excesos al volante que en más de una ocasión estuvieron cerca de acabar en tragedia. “Hemos vivido de todo, desde atropellos a salidas de vía por la velocidad excesiva, justo al lado de las casas, por eso creemos que la zona 30 debe ser de aplicación en todo el barrio: desde la carretera de los Fuertes al núcleo central”, explica Calvete, quien señala además la subida de las curvas hacia el parque de Bens como uno de los mayores quebraderos de cabeza: “Ahí es donde más sustos hemos contabilizado durante todos estos años”.
La Zona 30 se implantó en la ciudad a mediados del año 2020, incluso antes de que la Dirección General de Tráfico la convirtiese en norma a nivel nacional. Desde entonces los datos arrojan una lectura incuestionable: los últimos tres ejercicios han rebajado el índice de siniestralidad respecto a la normativa anterior: en 2021 fueron 819 los accidentes registrados, en 2022, 795 y en 2023, de nuevo, cerca de 800. Antes de la pandemia, la barrera a mantener eran los 900 siniestros, como ocurrió en 2019 (947), 2018 (990), 2017 (860), 2016 (905) o 2015 (909).
No ha sido tan efectiva, no obstante, en el caso de los incidentes de mayor gravedad, ya que los accidentes mortales han seguido creciendo. En este caso, no obstante, tiene que ver también con la tranquilidad de un barrio cansado del runrún de los motores.