La plaga de la oruga procesionaria infesta el parque de Santa Margarita, lo que ha obligado al Ayuntamiento a adoptar medidas extremas: varios de los árboles de la zona verde han sido anillados con trampas para eliminar este insecto. Los pelos que forman el cubren el cuerpo de la larva, son muy finos y crean serias alergias en la población, así como en los perros.
La procesionaria es una mariposa cuya forma de larva se agrupa para formar un bolsón grande en los pinos, como lo denominan los expertos, de hasta a 2.000 individuos, que también hay que retirar. Su alimento son las hojas de los pinos (prefiere el de Monterrey, pero se conforma con el gallego) y se denominan procesionarias porque antes del invierno bajan de los árboles en procesión y se entierran en el suelo para salir después en forma de mariposas.
Las trampas emplean feromonas para que los machos de la procesionaria piensen que son hembras, se introduzcan en su interior y no puedan salir, de manera que no se reproducen. Son muy efectivos, según expertos consultados, aunque es posible que se no se eliminan, si se reducirían considerablemente. Para que esto sea posible, se debe mantener durante todo un ciclo de vida del insecto, es decir, un año.
Una vez más, como en el caso de Méndez Núñez, o el del Jardín de San Carlos, Medio Ambiente debe proteger una zona verde de una plaga. Pero en esta ocasión la amenaza no es para el parque.