Las suscripciones populares que permitieron honrar a Eusebio da Guarda y Linares Rivas

La ciudad herculina homenajeó a ambos benefactores con sendos monumentos: una estatua para el mayor patricio coruñés y el Obelisco para quien fuera ministro de Gracia y Justicia y titular de Fomento en los estertores del siglo XIX
Las suscripciones populares que permitieron honrar a Eusebio da Guarda y Linares Rivas
Medalla en honor a Linares Rivas en el Obelisco | Patricia G. Fraga

A finales del siglo XIX, A Coruña homenajeó con sendos monumentos a dos de los grandes benefactores de la historia de la ciudad: Eusebio da Guardia y Aureliano Linares Rivas. Desde el punto de vista del Ayuntamiento así se vivieron estos tributos.
 

En el caso del primero los agradecimientos empezaron incluso antes. Cuando el 29 de agosto de 1890 el Ayuntamiento se hizo cargo del edificio destinado a Instituto de Segunda Enseñanza y Escuela de Bellas Artes, pagado de forma íntegra por Eusebio da Guarda, el alcalde propuso la colocación de sendos bustos de este prócer y de su finada esposa Modesta Goicouría en el salón de actos del mencionado inmueble. El primer edil aseguró que se trataba de “una insignificante prueba de gratitud” de la Corporación “a tan generoso hijo de este pueblo”. El pleno acordó por unanimidad “el más expresivo voto de gracias” a Da Guarda por una “donación tan valiosa”. Estas piezas escultóricas aún se pueden ver hoy en el mismo punto.


Al año siguiente, en junio de 1891, el Ayuntamiento fue invitado a presidir “la manifestación” que precedió la inauguración del monumento levantada al “ilustre patricio” por suscripción popular. Partió de la plaza de María Pita y se dirigió hacia lo que hoy es la Plaza de Pontevedra y entonces eran “los jardines del Instituto”. Para mayor brillantez del acto se convocó “a los asilados y los alumnos de las escuelas municipales”.

 

Aureliano Linares Rivas

Dos años después, el 25 de septiembre de 1893, el Ayuntamiento dio cuenta de una solicitud realizada por Narciso Obanza, presidente de la comisión popular “encargada de arbitrar recursos con objeto de erigir un monumento al hijo adoptivo de esta ciudad, don Aureliano Linares Rivas”. En esta petición se exponía que, “en gracia a los muchos favores y beneficios obtenidos” por don Aureliano para la ciudad se proyectaba “erigirle un Obelisco en el Jardín que existe en la avenida de la Marina”. Obanza pedía que el Ayuntamiento hiciese con cargo a su presupuesto las obras de cimentación y escalinata de dicho monumento, y adjuntaba un dibujo para que no hubiese lugar a error. A su juicio, el monumento “además de hermosear aquel paraje” resultaría “de suma utilidad para el público, por el reloj y aparatos físicos que como adorno en él habrán de colocarse”. Discutido el asunto, la Corporación acordó conceder el oportuno permiso para la colocación del Obelisco en el punto solicitado.
 

Posteriormente, en la sesión celebrada el 19 de febrero de 1894, el Ayuntamiento dio cuenta de los planos, proyectos, memoria y presupuesto del Obelisco, que alcanzaron las 4.289,97 pesetas. Las obras de cimentación y escalinata sumaron otras 1.995 pesetas.
 

El monumento, que cuenta en su base con una gran medalla con el rostro de Linares Rivas y cuya columna fue realizada por el escultor madrileño Carlos Nícoli, fue inaugurado el 10 de febrero de 1895. La lluvia, por cierto, deslució el acto hasta el punto de que tuvo que ser modificado sobre la marcha.


Posteriormente, en el año 1912, se inauguró en La Rosaleda un monumento, obra de Agustín Querol, a Aureliano Linares Rivas, por entonces ya fallecido. Al igual que el de Eusebio da Guarda, el Obelisco se pagó por medio de suscripción popular. 

Las suscripciones populares que permitieron honrar a Eusebio da Guarda y Linares Rivas

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