Cuando el entonces alcalde Carlos Negreira inauguró la Tercera Ronda (AC-14), hizo una predicción: “No pasará mucho tiempo antes de que no podamos recordar cómo era no tener una vía de alta capacidad”. Hoy es un buen día para echar la vista atrás y comprobar si Negreira tenía razón, puesto que se cumplen diez años desde que este acceso a la ciudad se volvió completamente operativo. Se pensó que llegaría a soportar 50.000 vehículos diarios, aunque nunca llegó a los 25.000, es decir, acoge un 55% menos de lo que se esperaba que canalizara. Sin embargo, en cierta manera, ha supuesto un antes y un después en lo que se refiere a la siempre congestionada movilidad de A Coruña.
Más de 10 kilómetros de largo, dos viaductos y dos falsos túneles y una igualmente falsa rotonda, son los rasgos más característicos de esta autovía de trazado sinuoso que une la glorieta del Pavo Real con la A-6 en Ledoño. A pesar de que se producen algunos vuelcos en el tramo que discurre sobre la carretera de Baños de Arteixo, los expertos consultados niegan que se trate de un defecto del peralte o del diseño, sino que es simplemente el producto de una velocidad inadecuada, por eso se da sobre todo los días de lluvia.
Su trazado de más de diez kilómetros supuso la eliminación del poblado chabolista de A Pasaxe
Fuentes municipales señalan que la Tercera Ronda sirvió para aliviar levemente el tráfico pero es cierto que genera también puntos de gran afluencia de tráfico en referencia, precisamente, al Pavo Real. Es más, su principal función, que sería ofrecer a los conductores otra vía de acceso a la ciudad y así aliviar la presión que sufre Alfonso Molina (AC-11) tampoco se ha hecho realidad.
Desde el Ayuntamiento concuerdan en que “no se ha notado excesivamente en el rebaje de tráfico de Alfonso Molina”. Por otro lado, una vez que se urbanice el polígono de Visma, añaden que debería diluirse ya un poco más de tráfico en la rotonda anterior y disminuir la llegada de coches hacia la ronda de Outeiro y Manuel Murguía. “Sería deseable en un futuro que su llegada a la trama urbana no fuera con formato de vía de alta capacidad como hoy es”, añaden.
Pero los expertos en movilidad consultados defienden el papel de la Tercera Ronda en la circulación diaria de la ciudad, sobre todo para los conductores que tratan de evitar el centro: “Se puede preguntar a la gente de Agra do Orzán, Labañou y Monte Alto-Riazor. La utilizan para enlazar con la N-VI. Muchos ya no utilizan Alfonso Molina, ni siquiera para ir a la N-550 o al puerto”.
Incluso aquellos que quieran tomar la autopista no precisan introducirse por la AC-11. Muchos conductores que viajan a Santiago circulan por la Tercera Ronda, luego por la A-6 y de ahí en dirección Cerceda y después escogen la conexión de Mesón do Bento. Para los que viajan a menudo entre Betanzos y A Coruña, la AC-14 también ha resultado ser una bendición, porque les evita pagar los 1,55 euros del peaje de la AP-9. El acceso a otras zonas de la ciudad que no sean el centro resulta mucho más cómodo.
Por otro lado, es muy útil para los numerosos viajeros que se dirigen a los polígonos comerciales, como A Grela o Pocomaco, que son responsables de gran parte de la congestión diaria que sufre Alfonso Molina entre las ocho y diez de la mañana y las nueve y media, en los enlaces de la avenida de García Sabell y la entrada de Pocomaco, porque A Coruña no es exactamente un lugar de paso, situada como está en una península, pero sí que se registra diariamente un gran flujo de vehículos que no se dirigen a la ciudad en sí, sino a estos polígonos, que se convierten en un importante foco de tránsito. Algo parecido sucede con los vecinos de A Zapateira, que ya no tienen que bajar hasta Alfonso Molina para acercarse a la ciudad, como los viajeros que llegan o se dirigen al aeropuerto de Alvedro desde A Coruña en diez minutos. Hoy en día, solo los viajeros procedentes de Oleiros deben tomar la AC-11.
22.888 vehículos
recorrieron la AC-14 a diario en el año que más circulación soportó, según las estadísticas de Tráfico: en 2019
Así que para muchos ha valido la pena todo el esfuerzo, el dinero y el tiempo que ha llevado construir la Tercer Ronda. En realidad, esta vía tuvo efectos beneficiosos incluso antes de su construcción porque fue la causa directa de la eliminación del poblado de Penamoa. El trazado de la autovía pasaba justo por en medio, y aquello obligó a las autoridades a tomarse en serio la reubicación de docenas de familias, poniendo fin así al principal punto de narcotráfico de la ciudad.
El Gobierno central invirtió 144,1 millones de euros en su construcción y la Xunta, otros 80. El primer tramo se abrió en 2011, pero hubo que esperar hasta 2015 para que llegara la conexión As Lonzas-A Zapateira, la del aeropuerto y el tramo autonómico. En realidad, la espera fue mucho más larga. Fue en diciembre del año 2000 cuando el conselleiro de Obras Públicas Xosé Cuíña (fallecido en 2007) y el alcalde Francisco Vázquez firmaban un acuerdo para iniciar los trámites de esta nueva autovía.
Alberto Núñez Feijóo, cuando era conselleiro de Política Territorial, presentó el proyecto definitivo en 2003 y el bipartito de Javier Losada le dio luz verde en diciembre de 2006. Fueron sonadas las disputas entre la Xunta y el bipartito municipal por el enlace de As Rañas, y que no se solucionaron hasta 2011, a tiempo para la primera apertura.