La profesora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación Teresa Piñeiro, colabora en la investigación de la incidencia de la hostilidad digital en las redes sociales. Su trabajo con profesionales de otros centros, como el profesor de UVigo Luís Xabier Martínez, muestra un impacto tóxico entre las mujeres.

¿Cómo evolucionó vuestro trabajo?
Por un lado revisamos lo que se decía en las redes; y por otro hacíamos entrevistas y trabajábamos en grupos de discusión para ver como lo percibían ellas. En las chicas jóvenes nos encontramos que hay tanta toxicidad que llegan a normalizar algunas de las prácticas. Un porcentaje pequeño dice que ha sido violentada, pero esto cambia si les preguntas si alguna vez se han sentido insultadas, acosadas o si han sufrido algún tipo de violencia sexual.

¿Cómo cuál?
Algo que me llamo la atención es el cyberflashing, práctica que consiste en mandar fotos íntimas a desconocidos. En un artículo de investigación estadounidense, se dieron cuenta que un porcentaje alto de hombres lo hace por control, por la idea de que pueden mandar estas imágenes cuando y a quien quieran. Había gente que las enviaba a otros teléfonos del área. Pensaba que era algo que sólo ocurría en Estados Unidos hasta que lo hablé con mis alumnos. Me dijeron que pasaba con frecuencia.

¿Cómo influye el anonimato?
El anonimato es un elemento de impacto en internet. Hay un autor que habla del efecto de desinhibición. En las plataformas digitales esta puede ser positiva, en el caso de una persona retraída que se atreve a dar su opinión positiva y razonada en las redes sociales. Evidentemente también existe la negativa. Pensamos en los agresores de internet como una especie de monstruos, pero pueden ser ese vecino que saludaba siempre. La  comunicación en las redes sociales es tan rápida que a veces una persona actúa de forma hostil porque manda un mensaje tan en caliente que no lo pasa por el filtro. Luego hay personas especialmente tóxicas que son agresores o agresoras en serie.

¿Existe una comunidad que no quiere ver a las mujeres en el poder?
Hay gente que estudia lo que se llama la ‘mano esfera’, que es una subcultura misógina en internet muy reactiva a los momentos en que toman la palabra las mujeres. Actúa como una especie de comunidad de aprendizaje. Algunos que ponen al servicio del grupo sus capacidades, como cuando publicaron la identidad de la víctima de la manada. También enseñan a hacer un deepfake para poner la cara de una mujer que les cae mal sobre un cuerpo desnudo. Buscan amedrentar a determinadas mujeres y silenciarlas. Es común que, cuando les atacan, minimicen su actividad o cierren sus redes sociales. Es una pérdida de pluralismo.

¿Debe existir una legislación en las redes sociales?
No soy muy punitivista, pero creo que sí. Considero que debería haber más legislación para todos,  sobretodo para los gestores responsables de redes sociales como Instagram o X.