Tolerancia cero: arrecian las denuncias vecinales contra la pequeña delincuencia

Tolerancia cero: arrecian las denuncias vecinales contra la pequeña delincuencia
La calle San Andrés lleva meses cerrada al tráfico, lo que impide circular a los coches patrulla | Carlota Blanco

Después de unos meses de verano muy tranquilos en los que apenas se han registrado incidentes, A Coruña parece estar viviendo un repunte de sucesos que han generado inseguridad y problemas de convivencia en varios barrios. Todos relacionados con el tráfico de drogas a pequeña escala, que suele implicar pequeños hurtos y peleas entre los toxicómanos. Se trata de fenómenos que siempre han estado ahí, pero ante la que los vecinos parecen haber desarrollado cada vez una mayor intolerancia. Un ejemplo de ello es San Andrés, donde los comerciantes protestan por hurtos que están sufriendo. Pero también desde Os Mallos, Las Flores y Agra do Orzán se dejan oír quejas.  


El caso de San Andrés es particular porque aseguran que los toxicómanos se cuelan en sus tiendas para llevarse al descuido cualquier cosa. O también tratan de forzar la puerta de sus negocios. A estas alturas, no hay ningún establecimiento donde no se cuente alguna historia. Sin embargo, desde que está en obras, los comerciantes consideran que ha aumentado la delincuencia porque ya no pueden pasar tantos coches patrullas. 


Sin embargo, fuentes policiales niegan que exista el problema. “Es cierto que antes pasábamos mucho por allí, porque la comisaría de la Policía Local está en Monte Alto y también pasaba la Policía Nacional, pero no ha aumentado la criminalidad”, señalan. Los robos que sufren son muy pequeños: a veces una botella de kombucha (fermentado de té) o un pastel. En otros casos se queda en un intento. Es por eso que la mayor parte de las veces ni siquiera se presenta denuncia. “Si no denuncian –señalan las fuentes policiales–, ¿cómo quieren que actuemos?”. No obstante, las grabaciones de seguridad de los locales han sido entregadas a la Policía Nacional, que investiga lo ocurrido. 


Los afectados señalan que los sospechosos se reúnen en la calle Mantelería, que conecta San Andrés con la calle Estrella. “Ahí allí una colección de gente drogada”, asegura el presidente de los vecinos de la zona, Fernando Rubín. 


Las máquinas que se emplean en las obras, y que pasan la noche en el mismo lugar, también han sufrido pequeños actos vandálicos, como  daños en el encendido, o en el filtro o encienden el intermitente y se descarga la batería. “Uno se subió a la grúa, totalmente borracho, a la seis de la mañana”, comenta Rubín, que teme que estos incidentes retrasen los trabajos, que deberían terminar el próximo febrero. 


Desarticulado punto negro

Pero también en la Sagrada Familia y Os Mallos los vecinos denuncian problemas que generan toxicómanos. Ayer por la mañana, alrededor de la una de la tarde, tuvo lugar una actuación policial contra un grupo que se reunía cerca del cruce de la avenida de Arteixo con la ronda de Outeiro, en  un pasadizo que conecta la avenida de Arteixo con  la calle Acanto. La Policía Nacional detuvo a tres personas (dos hombres y una mujer) y se intervinieron pequeñas cantidades de heroína y hachís.  


El presidente de la asociación de vecinos de la Sagrada, Juan Rodríguez, reconoce estar al tanto de ese problema. “Son gente del barrio y les conocemos, pero no se puede echar a nadie de la calle”, apunta. Él, por su parte, considera que las actuaciones exageradas, como las caceroladas, son contraproducentes, y pide paciencia. “En nuestro barrio tenemos contabilizados cuatro puntos de venta de droga, y la Policía Nacional lo sabe”, afirma. Aunque su presencia causa problemas y se dedican a la mendicidad y al trapicheo, tampoco se ha registrado ningún incidente grave. 


Por otro lado, no puede asociarse únicamente con la Sagrada, porque muy cerca pero al otro lado de la ronda de Outeiro, en Germán Taibo, también los vecinos de Os Mallos han denunciado un punto de venta de droga. Este ha sido confirmado por la Policía Nacional, pero señala que el sospechoso vende en la calle.
Todos estos sospechosos suelen tener antecedentes policiales, y entran y salen de la cárcel cuando se acumulan los delitos, pero nunca pasan demasiado tiempo fuera de circulación. Su modus operandi no ha cambiado “No sabemos porqué la gente se comporta así –comentan desde la Policía Nacional–. No están ocurriendo más cosas ahora que hace dos años. Es un malestar artificial”. Pero parece que cada vez hay más cansancio.

Tolerancia cero: arrecian las denuncias vecinales contra la pequeña delincuencia

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