El último capuchino de A Coruña se marcha con un legado que le trascenderá

El último capuchino de A Coruña se marcha con un legado que le trascenderá
El padre Rosendo, en la iglesia de los Capuchinos | Javier Alborés

Levanta pasiones, genera grandes concentraciones de fieles y responde al nombre de Rosendo. En su caso, además, puede decirse que ha cambiado las maneras de vivir la fe de muchos feligreses y parroquianos de la iglesia de la Divina Pastora, donde el padre Rosendo Pérez Fernández oficiará mañana su última misa en la ciudad (12.30 horas).


Son muchos los matices que componen el retrato del que será el último capuchino de A Coruña, pero sobre todo el mejor testimonio será un legado que trascenderá su estadía: la procesión que ideó para cubrir el vacío de la ciudad en Semana Santa, La Borriquilla, irá unida de forma indisociable de su recuerdo. También el hecho de haber brindado la oportunidad de conocer Tierra Santa a quien quisiera unirse en los más de 300 viajes organizados a Israel. “Yo soy normal: sencillo, natural y bueno. La gente me quiere mucho, pero yo también quiero mucho a la gente”, comenta el párroco sobre el secreto de su calado. “Sólo intento hacerlo lo mejor posible y, a veces, no se trata de corear cosas, sino del cómo hacerlas. Hay que tener presente a la gente y yo voy más allá de la ceremonia en sí”, explica. 


La vinculación con Galicia y A Coruña le viene al padre Rosendo desde la cuna. Nacido hace 68 años en la berciana población de Cueto, muy cerca de Ponferrada, casi la mitad de su vida la ha pasado predicando a la orilla del mar. “Después de 25 años en A Coruña y tres en Vigo puede decirse que ya soy muy gallego”, subraya poco antes de cerrar un ciclo a nivel vocacional y regresar a El Pardo, donde inició su camino de la fe. 


Curiosamente, además, y al igual que los grandes ídolos de masas, el sacerdote ha generado concentraciones de centenares de personas que reivindicaban, pancarta en mano, su derecho a seguir disfrutando de su presencia. Sucedió cuando abandonó los Capuchinos de Vigo rumbo a Federico Tapia, volvió a pasar cuando en 2021 la movilización social evitó su traslado y, seguramente, mañana vuelva a verse una muestra de cómo los vecinos de la zona de Juan Flórez reivindican al padre Rosendo poco menos que como un patrimonio del barrio. “No estoy nervioso, porque ya llevo dos años con esta lucha para quedarme. Lo que sí estoy es preocupado, porque me gustaría quedarme”, comenta con la retranca que parece haber heredado. “Mi mensaje final será pedirle a todos que sigan viniendo a la iglesia. Tal vez la forma sea diferente, porque cada uno tiene su manera de hacer las cosas, pero que sigan practicando se hábito. Lo que hacemos no debe terminarse con Rosendo, porque la auténtica parroquia son ellos”, prosigue en su alegato a los fieles.


Futuro 

La marcha del padre Rosendo significará un cambio grande en la iglesia de la Divina Pastora, que pasará a depender del Arzobispado de Santiago. Sin embargo, ni mucho menos se detendrá la actividad de toda la maquinaria que él había optimizado. “De momento, no saben quién ni cómo va a venir, pero lo van a resolver perfectamente. Queda todo en manos de los catequistas, que son muy inteligentes y lo saben hacer perfectamente”, advierte el párroco, que recuerda que también seguirá el servicio de misas y que La Borriquilla saldrá puntualmente.


Y es que en el último acto sobre el altar de mañana el padre Rosendo entonará algo parecido al clásico rockero de 'El show debe continuar'. 

El último capuchino de A Coruña se marcha con un legado que le trascenderá

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