El sorpresivo apagón del barrio de Feáns que cogió por sorpresa a los residentes no fue causado por un fallo eléctrico ni, hasta cierto punto, uno humano. Más bien habría que achacarlo a un fallo en la escala de valores de los amigos de lo ajeno, encargados en esta ocasión de robar el cableado público que suministra la tensión necesaria a las farolas. Fueron dos noches a oscuras que se quedaron en un mal trago gracias a la rápida respuesta del Ayuntamiento.
El hecho de ser un barrio periférico, o un pueblo, como le gusta denominarlo a los residentes, hizo más traumática la falta de iluminación pública, toda vez que los caminos rurales, carreteras y demás sendas que recorren la zona se quedaron completamente a oscuras. Fueron dos noches en las que muchos vecinos de avanzada edad decidieron renunciar a su habitual paseo nocturno por una cuestión de seguridad.
José Ramón Cernadas, presidente de la asociación que los representa, lamenta el incidente de la calle Correlo. “Es la primera vez en mucho tiempo que sucede algo así, y el daño fue importante, porque se trata de alumbrado público en un área de tránsito peatonal, con muy poco tráfico”, subraya. “En otras zonas envidiarían la paz que tenemos aquí: un pueblo en el que nos conocemos todos y donde casi nunca pasa nada. Novo Mesoiro y Feáns somos un encanto”.