En la calle Vizcaya se encuentra lo que para muchos vecinos es una ‘pesadilla’: un edificio en el que, ya sea de noche o a plena luz del día, el tráfico de drogas es, supuestamente, constante. El modus operandi, relatan los residentes en este bloque, es sencillo: “Escuchas el contenedor cada dos por tres: emiten silbidos y gritos para llamar la atención y comunicarse”. Muchas veces la gente que acude a comprar droga, presuntamente, no llega a entrar en el portal. Otros, señalan, sí lo hacen, por lo que las escaleras experimentan un continuo trasiego de transeúntes.
La situación de este edificio no tiene fácil solución, pero los vecinos de Os Mallos confían en que pronto haya avances. Este jueves se reunieron con la Subdelegación del Gobierno para trasladar sus preocupaciones y dar a conocer los problemas de primera mano.
El caso se complica, dicen, porque no se trata de okupas, sino de personas que alquilan habitaciones a una propietaria, que allí reside. “Dentro hay pintadas, rompieron cámaras que algunos vecinos habían instalado y hay toxicómanos que suben, bajan y consumen dentro”, comentan.
La comunidad de vecinos de este inmueble, el número 58 de la calle Vizcaya, ha denunciado esta situación en numerosas ocasiones y se han celebrado reuniones con representantes municipales. Sin embargo, ahora esperan ver la luz a corto plazo. “Ya hay vigilancia, pero se han comprometido a aumentar la presencia policial. Las intervenciones llevan tiempo y vamos a darles un margen de confianza para ver si pueden poner fin a esto”, añaden los vecinos.
Este edificio fue el escenario del primer homicidio registrado en la ciudad en 2022. Allí en una de las habitaciones de un segundo piso, un hombre estranguló a otro en un supuesto ajuste de cuentas. El móvil habría sido económico: la víctima le debía una cantidad de dinero relacionadas con droga y cuando no pudo satisfacer la deuda, estalló la discusión que acabó en pelea. Finalmente, le estranguló. Uno de los residentes del piso alertó a las autoridades, aunque estas sospechan que alguno de ellos había abandonado el piso mucho antes de que llegaran al lugar los primeros coches patrulla.