“Es terrorífico”. Así definen el día a día los vecinos del número 58 de la calle Vizcaya, en Os Mallos. Dentro de este inmueble, donde se registró el primer homicidio que hubo en la ciudad en 2022, los residentes aseguran no poder dormir por la inseguridad que tienen que soportar desde hace tres años. Varias personas alquilan habitaciones a unas propietarias que viven en el edificio y que habrían heredado la vivienda. Hasta ahí todo normal, pero el caso se complica cuando, supuestamente, el uso que se hace del inmueble es de todo menos correcto. “Hacen ruido, hay peleas, se drogan en las zonas comunes y también orinan. Han roto las cámaras de vigilancia y cristales”, asegura una vecina del propio portal, que también describe la presencia de pintadas en los rellanos.
Tras denunciar la situación en numerosas ocasiones, la paciencia de estos residentes ha llegado a un límite y, por ello, saldrán este jueves a la calle para denunciar la sensación de “abandono” que tienen por parte de las autoridades competentes. “Esperamos que hagan su trabajo porque nos tienen abandonados, esa es la sensación que tenemos. Es terrorífico, los vecinos que viven en el edificio y los del barrio tienen miedo. Es insoportable”, comenta una mujer que vive en la zona.
“Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para que cesasen la actividad delictiva que están realizando y las molestias que ocasionan a todo el vecindario. Este tema ya está en el Juzgado de lo civil. A finales del pasado año un juez dictó un auto ordenando el cese inmediato de la actividad, pudiendo incurrir en un delito de desobediencia. Estamos en mayo y los problemas continúan, pero las autoridades, a pesar de las denuncias, no hacen nada”, añade la vecina de la calle Vizcaya.
Por todo ello, le comunicaron a la Subdelegación del Gobierno la intención de realizar tres caceroladas frente al número 58. La primera tendrá lugar mañana, a las 19.30 horas. Las otras dos serán los días 6 y 13 de junio a la misma hora. Las denuncias, explican los vecinos, son semanales. “Es agotador, no podemos dormir por la inseguridad. Se drogan en las zonas comunes, duermen y orinan, además de que hay peleas”, sostienen. En el edificio, ya sea de noche o a plena luz del día, el tráfico de drogas es, supuestamente, constante. El modus operandi, relatan los residentes en este bloque, es sencillo: “Escuchas el contenedor cada dos por tres: emiten silbidos y gritos para llamar la atención y comunicarse”. Muchas veces la gente que acude a comprar droga, presuntamente, no llega a entrar en el portal. Otros, señalan, sí lo hacen, por lo que las escaleras experimentan un continuo trasiego de transeúntes y muchos de ellos “se quedan a dormir en las propias zonas comunes”.
La cacerolada anunciada por los vecinos de la calle Vizcaya es un episodio más en una ola de casos que se está extendiendo por toda la ciudad, como una forma de combatir el fenómeno de los narcopisos. El éxito de algunas anima a otros a emularlos, a pesar de las advertencias de las autoridades, dado que puede ser peligroso o incluso contraproducente. La lista es cada vez más extensa: Os Mallos (septiembre de 2021); ronda de Nelle (6 de septiembre de 2023); calle Washington (5 de febrero de 2024); Monasterio de Bergondo (4 de marzo). Y, por último, la Sagrada Familia, el 12 de abril de este mismo año. l