Una búsqueda rápida en Google del protagonista de ‘Conversando con…’ pronto nos aparece este resultado: Venancio Salcines es un economista, empresario y profesor universitario español, que ejerce como presidente del Consejo Rector del Centro de Estudios Superiores Universitarios de Galicia (Cesuga) y de EFBS Grupo Educativo, en el que se integra la Escuela de Finanzas. Además, es profesor titular de Economía, especializado en mercados financieros en la Universidad da Coruña (UDC).
Es asimismo presidente de la Fundación Venancio Salcines, así como principal accionista y presidente de una empresa familiar que lleva el nombre de su padre en el sector de la mueblería, actividad con la que su familia se asentó en Galicia en 1946. Pero cuando te sientas a charlar con él te das cuenta de que es un luchador nato, inconformista con lo establecido y una persona que odia la injusticia. Sus amigos se cuentan por legión, y él sigue teniendo intactos sus principios desde que tiene uso de razón: luchar por sus sueños cueste lo que cueste. Y sueña a lo grande, para bien de nuestra comunidad.
¿Cómo se presentaría a usted mismo?
Pues veo a alguien que lucha. Porque tengo sueños, tengo metas y propósitos. La lucha es parte inherente a la vida. A mí me parece que es muy bonito y gratificante trabajar todos los días por tus sueños. Eso es fantástico, pero no me ha sido fácil luchar por mis sueños porque no dejo de ser un profesor de universidad.
¿Le gusta?
Ese es mi oficio. Y a partir de aquí todo lo que hago, pues me cuesta mucho trabajo y esfuerzo. Pero eso es lo que sé hacer, luchar; y, afortunadamente, pues con más o menos éxito, voy consiguiendo parte de los objetivos.
¿Qué le sugiere si le entrego un ejemplar de El Ideal Gallego?
Es algo muy emotivo. Yo aprendí a leer con El Ideal porque mi padre estaba suscrito cuando vivíamos en Almeiras. En aquella época, por la mañana, me decía que fuera al portal de casa, porque lo echaban por encima de la verja, y yo lo recogía y se lo llevaba a su habitación. Me hacía mucha ilusión meterme en cama con mi padre y abrir las páginas y empezar a hojearlo. Él estaba feliz, claro, de que estuviera a su lado. Me dejaba y le leía las noticias. Con siete u ocho años le iba leyendo. Y escribí en El Ideal Gallego mi primer artículo en prensa de carácter económico allá por el año 91.
¿Por qué los asiáticos son capaces de colocar en ciudades como la nuestra universidades en esa posición? Porque tienen al lado a su clase empresarial y a la política
¿Cómo lo ve ahora?
Para mí es una marca muy importante. Es parte de nuestro ADN de la ciudad de A Coruña.
¿Por qué se decantó por la rama educativa?
Hice la rama educativa por inconformismo, por rebeldía. Una gran parte de mis decisiones son por rebeldía. Yo llegué a dirigir uno de los másters de más éxito de la UDC y un posgrado en Economía Financiera que estaba reconocido a nivel nacional e internacional. Y entonces hubo un cambio de política en la universidad.
La política...
No olvidemos que hay posicionamientos y líneas ideológicas en la universidad. Vino otro equipo y pensaba que lo que yo hacía no estaba bien y que debía cerrarse. Entonces a mí me pareció que era de lo más injusto que me había ocurrido en esta vida, que el éxito se cerrase.
¿Por qué?
Porque se me visualizaba como un referente de otra corriente ideológica, entonces no querían que hubiese un icono o un símbolo que representase ese otro tipo de gestión. Yo había nacido en la universidad muy apoyado siempre por el rector Meilán Gil. Me convertí de alguna manera en un recuerdo de esa gestión y se quería cancelar, anular, aunque en ese momento la UDC era puntera y ahí estábamos en ese sentido y éramos potentes. Y entonces había dos opciones, que es doblegarme, callarme, que siguiese mi vida...
¿Cuál fue su decisión?
Tengo dos plazas de funcionario de nivel. Entonces decidí seguir mi camino, luchar y pelear. Pensé que si la universidad no deseaba ese tipo de formación de posgrado, la sociedad sí podía hacerlo. Me encontré con el apoyo inestimable del Banco Pastor. De modo fundamental, de José María Arias, presidente de la Fundación Barrié. Fui a su despacho acompañado por uno de los consejeros más relevantes que había en el banco. Este consejero le dijo que yo era un hombre de fiar. Y me dijo José María: “¿Qué quieres?”. Le dije: “Quiero crear una escuela de negocios de éxito. Quiero tu apoyo con dos cosas: que me des y ayudes a tener un edificio y después decirle al mundo que eres mi amigo y que no lo niegues”. Me concedió ambas cosas. Me dejó utilizar una planta entera de la Fundación Barrié, siempre a coste cero, nunca nada me pidió nada a cambio, y al final gocé de su amistad.
Funcionó...
No solamente lo pude decir, sino que pude ejercer como amigo suyo. Así nací y así creamos lo que se llamaba Escuela de Finanzas, que era un centro de prestigio. Trabajamos en Uruguay, en Croacia ganamos la formación para formar la Bolsa de Croacia en una unión de empresas con la Bolsa española… Ahí estábamos trabajando y por eso lo hice, por rebeldía. ¿Por qué tengo que cerrar porque no le guste lo que hago a una persona determinada? Hay un marco legal, soy un ciudadano, hay un marco legal y una normativa. ¿Por qué la ideología tiene que ser tan poderosa en el tema de la educación? Porque hay que tener un monopolio educativo, cultural.
¿Le gusta la ‘batalla’?
Bueno, dicen que estoy catalogado como ‘PAS’ (Persona Altamente Sensible). Lo que me hace ser bastante sensible, valga la redundancia, a muchos comportamientos. Entonces, sí me importa mucho que mis decisiones tengan impacto en los demás. Me parece importante, porque los demás importan. Cuando era estudiante fui delegado estudiantil y cuando fui universitario también lo fui.
¿Reivindicativo?
Le cerré a Paco Vázquez Alfonso Molina dos veces y en una de ellas le llevé 2.000 estudiantes hasta María Pita; me tuvo que recibir. Bueno, no le quedó otra. Creo que fue al único manifestante al cual recibió el alcalde, el único. Me dijo: “¿Qué quieres?”. No me corté y le dije que “queremos que el Ayuntamiento cree el bonobús. Y me contestó: “Pero yo no soy el alcalde de Oslo... “. Al final se consiguió.
Volviendo a Cesuga y su objetivo…
Pues mira, crear líderes. Generamos liderazgo. Nunca, nunca quisimos que Cesuga fuese una fábrica de funcionarios, que eso hace falta, pero no queremos ser nosotros quienes los hagamos, que los hagan otros. Quisiéramos que nuestros graduados trabajen donde trabajen, tengan sentido de país, sentido de España, sentido de Galicia, que tengan ambición, que tengan ganas de luchar, que tengan fuerza y energía.
Querría que me vieran como alguien que ha luchado por sus ideas, y creo que lo voy a conseguir
En tres años...
Vamos a construir la primera universidad dual de España, la primera en España. Tengo un consejo asesor donde hay empresarios que gestionan 25.000 empleos directos; los reuní, les dije que hay un ranking de veinte universidades que son las mejores 20 universidades, todas tienen menos de 50 años y están en ciudades de Indonesia, Malasia, Corea del Sur… que no es Seúl, ciudades de China, que no es Pekín. Es decir, están allí. ¿Por qué los asiáticos son capaces de colocar en ciudades como la nuestra universidades en esa posición? Pues por un motivo, porque ellos tienen al lado a su clase empresarial y también a la política.
Será muy difícil la implantación de la universidad dual...
Mucha gente cree en ella porque es transparente. Pero también hay mucho juego sucio, mucho interés, para que esta ciudad no tenga una universidad privada impulsada por parte de sus grandes empresarios. Pero la va a tener. Ese es el gran reto ahora mismo. Ese es mi último reto antes de jubilarme.
Hablemos de política...
El talento no se paga. Lo que me preocupa de la política es que los políticos no tengan ideología. Me parece que es muy importante. En la transición política había mucha gente con ideología, estaba en una posición o en otra. Mi padre estaba suscrito al Mundo Obrero cuando teníamos una tienda en Monte Alto, en la calle Arenal. Llegaba siempre ese periódico y nunca lo leíamos. Nunca. Entonces yo le pregunté a mi padre por qué lo teníamos si nunca lo leíamos. Y me dijo: “Es que hay que apoyarlos porque todos tenemos que existir. Nunca votamos al Partido Comunista, pero es necesario que exista”. Eso me lo decía mi padre con 15 años y lo sigo opinando. Muchos políticos se han afincado como funcionarios y no se quieren marchar.
Acomodados...
Le preguntas a un joven qué es ser de derechas y no lo sabe. Les preguntas qué es ser de izquierdas y tampoco lo saben y se dedican a apoyar propuestas... Hay un vacío ideológico fundamental. Eso sí que me preocupa, porque las ideologías correctas ayudan a avanzar a un país. El populismo, nunca.
Llegó a ser teniente de alcalde…
Fue por ese afán de ayudar, casi como alcalde, en funciones. Fui militante del Partido Socialista durante 20 años. Me afilié cuando era estudiante, me afilié y me di de baja en el 2007. Ahora mismo ya no me siento identificado con ese posicionamiento, ya no. Yo me considero liberal, un galleguista, pero liberal, y creo que eso también me gusta. Complicado a veces saber dónde están las políticas liberales. Lo que hay muchísimo en España es estatalismo.
Duró poco por lo que dice…
Estuve dos años y aprendí una cosa, que no aguanto bien el insulto. Sufro con el insulto. O sea, hay políticos a los que atacas y son de goma. Yo no, a mí si la gente me insulta, sufro. Cuando la gente me ofende, a mí me duele mucho. Tengo unas ideas políticas y las cuento a la gente que me escucha, unos más, otros menos, pero yo no puedo ser un gestor político porque no tengo esa capacidad de resistencia que tiene un político tradicional.
¿Entonces?
En 2016 había mejorado mucho mi vida a nivel económico. Entonces volví a Bribes, la parroquia donde se juntaron y me pidieron que no me marchase del Concello de Cambre, donde recibí el cariño de gente a la cual no conocía. Le dije al sacerdote, que era nuevo, el padre Taibo, que buscase los hogares más débiles de la parroquia para saber sus necesidades. Y desde entonces, debo llevar como ocho años, de modo periódico ayudo a los vecinos no solamente de esa parroquia, sino también a los de Cecebre, Pravio y Celas, que son las parroquias que gestiona este párroco.
¿Cómo cree que le ven o cómo le gustaría que le vieran?
Los amigos sabes que te aprecian, que te valoran. Sé que en la vida cuando alguien te quiere está bien, alguien te odia. No he elegido ser indiferente. Yo sé que hay muchas personas que me aprecian, incluso hay algunas que me admiran, y otras a las cuales les genero muchísimo rechazo. Los primeros espero sean muy superiores a los segundos y creo que es así. Creo que la gente me aprecia porque lo noto en la calle cuando salgo, en todas partes, cuando voy a un sitio, cuando voy a un lugar. Yo cuando camino por las calles de la ciudad sólo noto afecto, no noto otra cosa que no sea el cariño de la gente que me conoce y de gente que no me conoce, pero me llevo las redes sociales, lo que sea y me tratan de maravilla. En resumen, querría que me vieran, pues como alguien que ha luchado por sus ideas, y yo creo que lo voy a conseguir.
Para terminar, una última pregunta, ¿cómo va el tema de la economía en nuestro país?
Es el año de aterrizaje. Aterrizamos en posiciones de covid. El año que viene va a ser un año de normalidad, de tranquilidad, de crecimiento normal. Como si aquí fuésemos a caballo: ni al paso ni que vaya galopando, sino que vaya al trote…