Venezolanos en A Coruña: sin un voto de confianza

Venezolanos en A Coruña: sin un voto de confianza
Manifestación en A Coruña / Quintana

Cualquier coruñés más o menos activo en redes sociales, especialmente en Instagram, ha percibido en los últimos días una creciente sensibilidad hacia la situación social en Venezuela. Más allá de credos políticos, se han viralizado las llamadas a no olvidar las reivindicaciones de un pueblo que estaba llamado a las urnas, pero que siente ultrajados y violados algunos derechos fundamentales, empezando por el de decidir y la propia acción de votar. De igual forma que los coruñeses han dicho “je suis Paris” o reivindicaron al mundo poner sus “eyes on Ukraine”, el “eyes on Venezuela” está instalado en el muro y en las historias de muchos a los que en mayor o menor grado de proximidad les toca sentir de cerca el sufrimiento de un venezolano. 
La diferencia horaria hizo que el 28 de julio la luz de muchos pisos en la ciudad se mantuviese encendida. Para muchos una metáfora de la esperanza de cambio y de un hilo de escape al final del túnel, era en realidad el reflejo de los 18.000 venezolanos esperando a que a las 07.00 horas el Consejo Nacional Electoral proclamase al nuevo presidente. Y para la mayoría, en el sentido más estricto, se hizo de repente la oscuridad. 


Hoy buena parte de esa comunidad perfectamente integrada en A Coruña son empresarios o trabajadores por cuenta ajena. Son parte activísima del tejido económico de una ciudad en la que están asentados y donde en general les va bien. Pero el sufrimiento viene por los que quedaron atrás, esos a los que están cansados de ver a través de una pantalla de móvil, tal y como explica Migdalia Martínez, presidenta de la Hermandad de Venezolanos en Galicia y A Coruña: “Los que estamos en la distancia sufrimos como los que resisten aquí. El venezolano estaba el pasado domingo inspirado en esos aires de libertad. Se evidenció en las calles y en los resultados. El Gobierno quiere que el sentimiento sea de que ha perdido su voto y que no quede reconocido. Ahora más que nunca tenemos que mostrarnos lo más fuertes, valientes y decididos posible en estos momentos duros”.


Menos de la décima parte de los venezolanos censados en A Coruña pudieron ejercer su derecho al voto. Todos los consultados por este diario, incluida la asociación que los engloba, denuncia trabas administrativas para acudir a las urnas a través del consulado de Vigo, uno de los cinco puntos habilitados en toda España: desde el requisito de un pasaporte en vigor, lo que conlleva un desembolso de cientos de euros, o la actualización de una cédula de identidad que cuya expedición se realiza en Venezuela. Ayer ‘tomaron’ el Obelisco para clamar justicia. Lo hicieron en una ciudad a la que todos están agradecidos. Vemos emprendimientos importantes en sectores como hostelería o informática y agradecemos cómo nos ha recibido esta ciudad maravillosa”, dicen. 

 

Testimonios

 

Soleymar García

 

Venezuela
Javier Alborés

Fundó budare market y organiza la fiesta de la chiquinquirá. Durante años su negocio sirvió para realizar envíos aéreos y terrestres a Venezuela, donde esperaban un cambio que no llegó. “La sensación fue de enojo, impotencia y ganas de llorar. Se esperaba y se tenía cierta confianza en el cambio”, afirma la encargada, además, de organizar la fiesta navideña.  “El proceso de adaptación y emprender fue fácil. Llevamos ocho años aquí y creo que a Venezuela volvería de vacaciones”, añade.

 

Fabiola Lombardo

 

Lombardos
Quintana

Regenta la Panadería Lombardo’s en la zona de As Conchiñas, básicamente con producto gallego. “El consulado nos hizo imposible la opción. Pensábamos en sangre y guerra civil, pero el corazoncito pensaba en una esperanza. En caso de cambio, sinceramente no volvería a vivir allí, ya que tengo a gran parte de mi familia aquí. No cerraría la oportunidad a volver de vacaciones o a enseñarle las raíces a mi hija”.

 

Antonio Vladimir Pot

 

Arte cachito
Javier Alborés

El rey del pan de jamón en A Coruña, con Arte Cachito,  indica: “Tu corazón está allá, pero en la distancia no puedes ser más que un espectador. No quería vivir ese mundo, porque trabajaba para una empresa del Estado que te obligaba a ser partícipe de eso mismo. Tengo dos hijas y salí por el futuro de ellas. No volvería”.

 

Marisa y Rodolfo Seekatz

 

Reportaje
Joaquín Abad

Alimentan a centenares de personas que cada noche salen de fiesta por el centro con A rubia enxebre. “Rodolfo y yo, a diferencia de todos nuestros amigos, decíamos que no tendríamos cambio. Pensamos que a Maduro no se le echa votando. Estamos vendiendo propiedades allá por un valor muy inferior al real y por cosas como esta le digo a mis clientes jóvenes que ‘pasan’ de votar: id, porque los dictadores se aprovechan de pensamientos así”, afirma.

 

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