Apenas lleva dos años en su cargo y la sensación es la de haber consumido un largo mandato. Es el sino de Víctor Lamela (1983), presidente de la asociación vecinal de un barrio con unas características tan particulares como Novo Mesoiro. Su condición de periférico y residencial le hace ser un foco constante de demandas, pero también una media de edad muy por debajo de lo habitual permite que el flujo de comunicación a través de las redes sociales o el sentido de pertenencia sean mayores. Dos años más de confianza es lo que le han dado sus convecinos para un nuevo mandato y seguir dando pasos al frente.
¿Por qué ha decidido renovar su compromiso?
Por el apoyo popular. En la asamblea se nos acercaron varios vecinos a agradecernos la cercanía y la actividad vía redes sociales de la asociación. Esa es la ayuda principal que tenemos.
¿Qué balance hace de sus dos primeros años?
Cuando llegamos se iba a deshacer la asociación y justo aparecimos el día que se iba a acabar. Conseguimos una prórroga de un par de semanas y logramos salvarla. Ahora somos quince miembros en la junta directiva, y nadie se ha querido ir del equipo original. A cada cosa que hacemos se le da visibilidad y es importante que se vea nuestro trabajo. Ahora mismo estamos orgullosos del campo Johan Cruyff, pero el logro más grande será cuando consigamos la biblioteca de una vez.
¿En qué cambia el trabajo de una asociación del centro a una de la periferia?
Nosotros hemos nacido en un barrio que iba a tener todo tipo de infraestructuras, pero seguimos carentes de ellas. Hay muchas zonas que tienen de todo, pero nosotros carecemos hasta de servicio médico por las tardes. Por ejemplo, los registros para las becas comedor tuvimos que pelear para tenerlas. Son cosas básicas que en el centro ni se plantean.
¿De dónde viene ese orgullo de barrio que muestran tantos vecinos?
Al final somos una pequeña ciudad, una especie de microayuntamiento. Como tenemos unas redes sociales tan formadas, con más de 1.400 vecinos en algunas redes o hasta 5.000 seguidores en Instagram, eso acerca mucho al vecino de a pie. Además, el hecho de verse carente de ciertas cosas une.
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No todo ha sido de color de rosas: ya se ha tenido que tomar un tiempo fuera por estrés...
Me he tomada semanas libres por estrés, debido a broncas con el Ayuntamiento, la Xunta o algún vecino. Trabajar tanto y que te den palos es duro. La relación ahora mismo con las instituciones es muy buena. Ha costado discusiones, gritos, llamadas de noche...
Parecen haber hecho de la periferia un motivo de orgullo...
La gente está orgullosa de vivir en Novo Mesoiro. Aunque llevemos unos días con robos, somos una zona súper tranquila. En otras zonas dicen que no pueden pasear por la calle de noche. No es nuestro caso.
¿Qué carencia es la que más les duele todavía?
El tema del aparcamiento de Ribeira Sacra, donde no se acaba de ampliar ni de reparar el aparcamiento donde se produjeron los robos, así como la biblioteca, con la de años que llevamos pidiéndola.
¿Qué sucederá esta vez con las fiestas, después de haberse desentendido el año pasado de su organización?
Ahora mismo no sabemos nada, pero la voluntad es de entendimiento. Presentaremos nuestro proyecto como hacemos siempre, pero tiene pinta de que va tarde en lo que respecta a la gestión
Algún día, y pese a ser ahora el más joven de la ciudad, también serán una zona de gente mayor...
Aún queda mucho para que se pueda decir que en Novo Mesoiro tenemos una población envejecida.