La antigua prisión provincial es un tema del que la alcaldesa, Inés Rey, no quiere ni hablar. “No voy a contestar preguntas sobre ese tema”, respondió la última vez que se le inquirió sobre futuros usos de las viejas instalaciones penitenciarias que siguen pudriéndose en el Paseo Marítimo. Todo apunta a que seguirán degradándose durante los próximos años.
El Ayuntamiento considera zanjado el problema más urgente: la deuda que estaba acumulando con el Siepse (Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios y de la Seguridad del Estado), a raíz de una sentencia del Tribunal Supremo que ordenaba al Gobierno local cumplir un firmado con esta entidad cuando Francisco Vázquez era alcalde. El Ayuntamiento debía pagar 1,2 millones de euros por el edificio, pero la demora en el abono había generado intereses, elevándolo a tres millones, pero se consiguió una quita de unos 500.000 euros.
Ahora que la cárcel no genera un agujero en la finanzas municipales, el Gobierno local no tiene prisa por rehabilitarlo, lo que exigiría una enorme cantidad de dinero (unos 30 millones de euros) en un momento en el que los costes de construcción se encuentran disparados. El edificio tiene unos 85 años de antigüedad (entró en servicio en septiembre de 1927), y aunque los informes municipales señalan que la estructura general no presenta problemas, los muros presentan filtraciones, y gran parte de los enrejados están oxidados. La cúpula central presenta el mayor peligro: hace unos años se acometieron unas labores de limpieza pero la vegetación ha vuelto a crecer y amenaza la cubierta.
Pero antes de empezar a rehabilitarlo hay que pensar cuál será su función. A lo largo de los años se han propuesto diversos usos para la estructura, como la de residencia de estudiantes (que al final se materializó en la Elvira Bao, inaugurada hace ya cuatro años), una biblioteca, salas multiusos, un centro de interpretación de la torre de Hércules (como la estructura que se levanta actualmente en el aparcamiento del faro romano) y, por supuesto, usos turísticos.
A nadie se le escapa que la ubicación de la antigua cárcel provincial, con vistas al mar y a la Torre de Hércules, con la playa de As Lapas a sus pies, resulta uy atractiva. Incluso se habló de un parador. Pero muchos se opondrían a un uso que no fuera vecinal y, por el momento, el Gobierno local no desvela sus planes.