El crecimiento del barrio de Xuxán y el del mapa asociativo de la ciudad no acaban de unirse o concretarse en el nacimiento de la primera agrupación que defienda los intereses de una comunidad que ya alcanza, según algunas estimaciones, los 600 vecinos. Y no es por falta de interés, sino más bien por la imposibilidad de llegar a un punto de consenso entre los interesados.

Diego García, uno de los encargados hace un año de organizar con motivo de Samaín el primer acto social en el barrio, lo ha intentado en más de una ocasión y está muy cerca de caer en el desánimo. “Hablé con los presidentes de las comunidades varias veces, y lo dejamos morir por falta de apoyos; sin ellos no tiene sentido”, explica. “Ahora han cambiado esos presidentes y se trataría de volver a intentarlo, pero no sentimos que haya interés en que una asociación vaya adelante”, añade el vecino.
Más allá de quién sea el rostro visible de los vecinos de Xuxán, García habla de la necesidad de conseguir una voz fuerte.

 “Podemos reclamar de forma individual, pero nunca tendremos la misma fuerza”, recuerda. “Mucha gente estaba de acuerdo en hacerlo así”, finaliza uno de los inquilinos más activos de un barrio aún sin asociación de residentes ni hostelería.