La cadena de temporales que se ha registrado en los últimos días provocó que el mar se llevase buena parte de la arena de las playas de la comarca. Arteixo no fue menos y el arrastre del oleaje provocaba que una pequeña parte del buque “Arctic” pudiese contemplarse en la orilla del arenal de O Reiro, después de que el barco se hundiese en la costa arteixana en 1938.
Es una pequeña parte de una embarcación de 150 toneladas y de nacionalidad belga se podía ver entre las rocas del arenal de la parroquia de Chamín. El barco había salido de Ostende y se dirigía a las costas de Portugal para pescar, como recuerda Xabier Maceiras en su libro “O mar de Arteixo e os seus naufraxios”.
Los marineros no llegaron a su destino –aunque todos se salvaron gracias a la solidaridad de los vecinos de la zona– y no por causas de un temporal, a imagen y semejanza del que le ha sacado del fondo del mar, si no por la niebla que le hizo perder el rumbo y el vapor terminó por encallar en O Reiro.
Después de que se hundiese el día 30 de enero de 1938, Maceiras explica en su libro que los hermanos José y Juan Chás Morlán, armadores coruñeses, decidieron comprar los restos del navío. El objetivo de los conocidos como “Os Chás” era el desmantelamiento del mismo.
Planchas de hierro
Los propietarios del buque belga ordenaron arrancar las planchas de hierro y trasladarlo hasta el restaurante Sol e Mar. El siguiente elemento que despertó interés en los nuevos dueños fue el motor, de gran potencia y que, finalmente y a pesar de haberlo desmontado del barco hundido, no pudieron adaptar a ninguno de sus navíos.
Así, se llevaron de O Reiro todo lo que podía ser de su interés y abandonaron a su suerte lo sobrante. Con el paso de las mareas, un pequeño testimonio del “Arctic” quedó enterrado.
Sus restos “iríanse tornando nun gran criadeiro de polbos e, nos depósitos do combustíbel de camarón. Co decurso dos anos, eses restos serían devorados polo salitre e soterrados na area, aínda que coa forza dos temporais do inverno, de cando en vez, fican ao descuberto”, tal y como relata Maceiras en su historia de los naufragios en Arteixo.