Continúan las tareas para recuperar el enterramiento y los murales medievales encontrados en Santa María do Azougue. Un hallazgo histórico que ‘revolucionó’ Betanzos.
Esta semana, con el máximo cuidado y mucho mimo, comenzaron las actuaciones enmarcadas “nun proxecto que dá continuidade á intervención levada a cabo o pasado ano no retablo”, como apuntaron desde la Xunta que, además de en este área, acometerá obras y en las cubiertas de la iglesia y la sacristía, según adelantó el conselleiro en una visita a la ciudad en la que aseguró que la inversión en estas obras “superará os 200.000 euros”, indicó entonces Rodríguez.
Las restauradoras se centran ahora en el arcosolio, donde durante la primera fase de restauración se detectaron “problemas de humidades” que es necesario solucionar para asegurar su conservación, pero se contemplan también otras medidas para “resolver os problemas de entrada da auga na sancristía, eliminar as humidades no teito e nos paramentos verticais e reparar a cuberta da igrexa e da sancristía, que presenta tellas rotas e gran cantidade de vexetación”, a lo que se sumarán otras en la estructura de madera que da acceso a la espadaña “para retirar os elementos con podremia” y el saneamiento de la fachada, colonizada por la vegetación en las superficies verticales, según detalló la Xunta.
En 2020, dos meses antes del estado de alarma, los especialistas de Techne SC, a quienes la Unidad Pastoral de Betanzos había encargado un estudio para restaurar el retablo de San Pedro, en la nave sur de la iglesia, hallaron un arcosolio –hueco en un arco que solía cubrir un sepulcro– con relieves policromados de la Anunciación, seguramente del siglo XV. Entonces, no se encontró el enterramiento y se aventuró que, como otros, podría haber sido trasladado y estar depositado en el Museo das Mariñas.
Sin embargo, tras completar la recuperación, no solo se confirmó la existencia de la lauda, sino que también aparecieron las pinturas, que los especialistas sitúan en la segunda mitad del siglo XVI.
El arcosolio también conserva restos de pintura, que –a priori– los restauradores dividen en dos momentos: rojo y negro –más intensos– por una parte, y amarillo, por la otra, siendo este último de la misma época del mural superior, el que contiene la cartela con la cita de San Gregorio.
“Llevo más de veinte años de sacerdote y, en este tiempo, he afrontado varias restauraciones, pero esta ha sido sorprendente y especialmente emocionante”, señaló el párroco de Betanzos, Santiago Pérez González.
Tanto el sepulcro como el mural interior estaban cubiertos por piedra de relleno, colocada en una de las muchas actuaciones posteriores a la inicial, y esta se tuvo que retirar para descubrir el conjunto visible actualmente, a solo unos metros de donde se trasladó el retablo, completamente restaurado, de San Pedro.