La XXIII carrera popular de Arteixo reeditó ayer el éxito de participación que venía cosechando desde antes de la pandemia. Más de mil corredores de todas las edades se unieron a un evento solidario que alterna tramos urbanos con otros rurales –en el caso de los adultos–. En la prueba, que disponía de categorías infantiles y también de otras inclusivas para deportistas con diversidad funcional, los corredores podían competir de forma gratuita.
La salida tuvo lugar en la avenida de Arsenio Iglesias, en Sabón, a las 10.00 para los prebenjamines y, de manera escalonada, lo fueron haciendo los demás corredores hasta llegar a la modalidad absoluta, en la que estaban inscritas 618 personas.
Como todos los años, la cita tuvo tintes benéficos y en ella estuvieron presentes el Banco de Alimentos Rías Altas y la asociación Stop Leucemia, que recolectaron donativos de los corredores. La Concejalía de Deportes de Arteixo era la encargada de organizar la carrera –cuya inscripción era gratuita y tenía un límite de 2.500 corredores–, que suele tener una gran afluencia y se ha convertido en tradición en el municipio.
La primera parte del recorrido, de casi doce kilómetros de longitud para la categoría más alta, fue urbano y después los atletas se adentraron en la zona fluvial, hacia un entorno más rural.
La intención del evento es visibilizar la diversidad funcional y demostrar que todo el mundo puede practicar deporte. Cerca de 20 personas participaron ayer en la categoría especial, destinada a personas con algún tipo de discapacidad, y efectuaron un recorrido de 200 metros.