Reportaje | Oseiro honra al trabajo y a la tierra con su procesión de la Rosca

Reportaje | Oseiro honra al trabajo y a la tierra con su procesión de la Rosca
Una de las tradiciones más antiguas de Arteixo tiene lugar esta semana en Oseiro: la parroquia realiza una llamada a la prosperidad sacando alrededor de la iglesia dos grandes piezas de pan elaboradas el 31 de diciembre “sen fermento e sen sal”, expl

Existen pocas tradiciones en Arteixo tan longevas como la procesión de la Rosca de Oseiro, un rito que se inició mucho antes de que llegase el cristianismo y que tiene lugar cada año para honrar a san Tirso –patrón local– y san Blas. En él, según la investigación de Rosa Vizcaya y Francisco A. Vidal, el último día del año se elaboran dos piezas de pan circulares “sen fermento e sen sal”, que se guardan en la iglesia de san Tirso y se sacan alrededor de la iglesia el 28 de enero –y, a veces, los días siguientes– para después, el 3 de febrero, partirlas en trozos que se entregan a los vecinos para protegerse.


Las roscas –una en honor a los niños y otra en honor a las niñas– se adornan con cintas de colores, flores y frutas para hacer una llamada a la prosperidad, la salud y la comida. Según recoge Xabier Maceiras en ‘Crónicas de Arteixo’, “o pan sagrado de Oseiro consérvase todo o ano sen coller balor, e deben comer del persoas e animais para protexerse contra os males, revestíndose así dun carácter apotropaico, que o converte en amuleto contra todo tipo de maleficio”. 


Las primeras roscas las hizo Manuel Rey Suárez, de la panadería Rey, para después continuar con esta labor sus descendientes, Jesús, Dolores, María Luisa o Chacho. Este último fue el encargado de este menester hasta su jubilación en su panadería La Nueva, de Vilarrodís y en su momento también las elaboró el establecimiento O Forno da Vella.


La parroquia lucha por conservar esta costumbre ancestral, que los mayores del lugar recuerdan desde que eran niños. Dolores Rey, por ejemplo, aparece en el libro ‘Contos da Coruña’ de Xurxo Souto, donde indica que “nos tempos de antes cada veciño tiña que poñer un monllo, unha atadura de trigo segado, para a rosca. Despois mallábase a carón da igrexa”.
 

Reportaje | Oseiro honra al trabajo y a la tierra con su procesión de la Rosca

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