La psicología está de acuerdo con el refranero popular. Las parejas que discuten son las más sólidas. Recuérdenlo la próxima vez que tengan un desencuentro con su media naranja, que por lo menos el mal rato sirva para afianzar la relación. Eso sí, si la discusión deriva en falta de respeto o humillación, huyan sin mirar atrás. Amores reñidos, sí; tóxicos, nunca.