Por más que la realidad se empeñe en hacernos perder la fe, las manifestaciones de solidaridad ciudadana afloran cada vez que la ocasión lo requiere. Lo mismo para ayudar económicamente a una familia que para ofrecer transporte acorde a las necesidades de una paciente oncológica. A la hora de la verdad, con los que podemos contar es con nuestros vecinos. Y menos mal.