Desde la atalaya de María Pita se mira al sindicato y, de reojo, a la empresa. Desde la empresa se mira al sindicato. Desde el sindicato se mira a sus empleadores y al Concello. Los vecinos, atónitos, atienden a un cruce de acusaciones que ya ni siquiera comprenden. Y, mientras tanto, la ciudad sigue llenándose de basura y ardiendo...