En enero de 2020, solo dos meses antes del estado de alarma, la aparición de un enterramiento y unos murales medievales en Santa María ‘revolucionó’ Betanzos. En octubre de 2022, tras una minuciosa restauración, se mostraron a los visitantes que, dos años después, siguen acercándose a O Azougue para conocer sus incontables ‘secretos’, incluidas estas pinturas que los especialistas sitúan en el siglo XVI.
Sin embargo, en algo más de una semana, este BIC (Bien de Interés Cultural) y Monumento Nacional desde 1944 ha de cerrar para, entre otras actuaciones, volver a intervenir en el área donde se encontraron los murales para tratar de resolver las humedades detectadas e intentar asegurar así su conservación, y para sustituir las cubiertas de la iglesia y la sacristía, que da a la calle de Santa María. La misma vía por la que se accede a la entrada –tapiada– del ala norte, adornada por un tímpano en el que se representa la escena del Juicio Final y aparece San Miguel. Un espacio único que, a pesar de las advertencias, sigue siendo ‘víctima’ de las agresiones de uno o varios individuos que, sin saber por qué, insisten en dejar su marca una y otra vez, a sabiendas de que, desde el atentado inicial, la respuesta es siempre inmediata y el área municipal de Obras y Servicios, a solicitud del párroco y en aras de mantener sus monumentos en las condiciones más adecuadas, retira la suciedad y le devuelve su verde original, como hizo al menos en cinco ocasiones en lo que va de 2024.
La indignación es tal que tanto el sacerdote, Santiago Pérez, como toda la comunidad, piden la colaboración de los vecinos para identificar al autor o autores de estos ataques y, si es el caso, tramitar las oportunas denuncias, al igual que ocurrió con otras actuaciones similares sobre el mobiliario e inmuebles históricos, atendiendo a la Ordenanza de Limpieza Viaria de Betanzos. Esta considera este tipo de acciones (“realización de pintadas-graffitis en edificios incluídos no patrimonio histórico-artístico da cidade”) como “infracción moi grave” y sus autores se exponen a sanciones económicas de hasta 3.000 euros, recoge la norma, aplicable desde 2012.
En este sentido, desde la Unidad Pastoral de Betanzos confían en que las obras que van a empezar el día 14 de octubre y obligarán a cerrar Santa María do Azougue al menos hasta marzo de 2025, sirvan también para reflexionar sobre la atención a los BIC. Porque restaurar es esencial pero también es importante cuidar y “resulta casi imposible que nadie haya visto nada ninguna de las veces”, comentan desde O Azougue, convencidos de que la conservación del patrimonio de todos es asunto de todos y, en consecuencia, cualquier movimiento o actitud sospechosa debería ser puesta en conocimiento de las autoridades o la Policía Local de Betanzos.
Durante el cierre de Santa María, los voluntarios que se encargan de atender a los visitantes, harán lo propio en Santiago.
La inversión en estas obras superará los 220.000 euros que, de acuerdo con lo anunciado por la Xunta, servirán para “resolver os problemas de entrada da auga na sancristía, eliminar as humidades no teito e nos paramentos verticais e reparar a cuberta da igrexa e da sancristía, que presenta tellas rotas e gran cantidade de vexetación”, a lo que se sumarán una serie de actuaciones en la estructura de madera que da acceso a la espadaña “para retirar os elementos con podremia” y el saneamiento de la fachada, colonizada por la vegetación en las superficies verticales, detallaron desde el departamento de Cultura de la Xunta.