No hubo Globo, pero sí sentimiento, tradición y homenajes a San Roque. Betanzos vivió el 16 de agosto más atípico en años, un día en que el símbolo del municipio no pudo alzar el vuelo –aunque la asociación Lar de Unta lanzó uno simbólico en Santa María do Azougue– pero que sí contó con la Función do Voto, donde la alcaldesa, María Barral, pidió “unidad” y “recuperar a senda do entendemento”.
Esta ceremonia, la más solemne de cuantas se celebran entre el 14 y el 25 de agosto y cuyo origen se remonta al 1416, convierte las fiestas brigantinas en las más antiguas de Galicia. Una ofrenda que llevó a Barral a arrodillarse ante el patrón en representación de un Betanzos “xeneroso, solidario e acolledor” que siempre demostró “ser un pobo unido fronte a adversidade”.
Cada 16 de agosto, independientemente de su situación o contexto, a los betanceiros los embarga un sentimiento especial y muchos “empiezan” el año la noche del 16 al 17, en una suerte de ‘nochevieja’ que viven alrededor del Globo. Tras el anuncio de que este año el aerostato no saldría, la polémica ha sido el pan de cada día y la alcaldesa aludió en su ofrenda a “un estado de crispación social que nada aporta”. “É a nosa obriga escoitarnos, entendernos, ir da man, sempre na procura dun interese xeral que debe prevalecer”, declaró.
La mandataria recordó, como es habitual, a las víctimas de violencia de género, y reclamó una “igualdade real que poña fin, algún día próximo, ás violencias contra as nosas nais, irmás, fillas, netas e amigas”. También se acordó de los betanceiros fallecidos y de los que residen en otros lugares, además de loar a los servicios públicos y de atención social.
Al acabar el oficio religioso, la comitiva regresó a la casa consistorial. En otras circunstancias, ese sería el momento de realizar una última inspección al Globo dentro de la iglesia de Santo Domingo, con las puertas cerradas y el máximo cuidado. Tras elevarse por primera vez en 1814, el icono betanceiro tendrá que esperar a 2024 para surcar el cielo.