La historia de la búsqueda de Lucho, el perro bodeguero desaparecido en Cambre durante la noche de San Juan, acabó con el más cruel final: No solo fue encontrado sin vida, sino que su familia no pudo recuperar su cuerpo y darle un entierro digno.
Los tutores de Lucho emprendieron desde la noche de San Juan una búsqueda muy activa. Los fuegos artificiales le habían aturdido. Después de seis días, el pasado jueves, un vecino informó de que un perro que se ajustaba a la descripción había sido atropellado en el mismo núcleo municipal en el que se le había perdido el rastro. Fue ahí donde comenzó la pesadilla para la familia, que tuvo que desplazarse a Betanzos para un reconocimiento similar al de un depósito de cadáveres para humanos. Precisamente ese trato es el que hubieran deseado para su perro, alejado de toda condición de ser vivo en el proceso posterior a su muerte, según una publicación de la familia que se volvió viral en las redes sociales. “En medio de un almacén de materiales, nos abren un congelador con bolsas y, al abrir una de las mismas, confirmamos la identidad de Lucho”, explica. “Lo tenían dentro de un congelador hasta que, cuando esté lleno, llaman a la empresa que se encarga de su recogida para la incineración de animales”, prosigue. Lucho disponía de su chip reglamentario y la familia, en pleno mal trago, solicitó la recogida del cadáver. Para su sorpresa, recibió la negativa por respuesta. “La persona responsable del centro dice que no tienen obligación de llamar a nadie y que su contrato dice que no tienen que identificar a nadie, pues se considera residuo animal”, relata la denuncia de la familia, hecha pública para a la administración dignidad en futuros casos.