Fue necesario sortear un buen número de escollos para levantar uno de los edificios emblemáticos de la ciudad: el palacio de María Pita. La historia del edificio comenzó con la redacción del primer proyecto el 12 de junio de 1901.
El primer para convertir en realidad el estudio arquitectónico llegó en forma de documento. El 24 de febrero de 1902, un pliego informaba del permiso otorgado por el Gobernador civil para que se levantase el edificio en el solar que el ayuntamiento ya poseía en la plaza coruñesa.
El pliego solo imponía la condición de que en el proyecto se incluyesen las modificaciones que en su día había aconsejado el arquitecto municipal.
Hubo que esperar aún unos meses, hasta el 27 de agosto de 1902 para que se concretaran las mejoras que agilizarían la construcción del edificio.
En concreto se acordó vaciar la línea norte de la plaza de María Pita y avanzar doce metros hacia el interior la línea del plano que había sido sancionado por el Gobernador civil en abril de 1860.
Rampa de comunicación
Fue necesario también aprobar el plano del trazado de la rampa de comunicación entre la parte alta, de los campos de San Agustín y de la Leña, la avenida de Puerta de Aires o calle de Alesón, y la baja, la plaza de María Pita.
Para concretar la reforma fue necesario que la comisión de obras aprobase un convenio con María de la Presentación Carolina Otero Taboada y María Petra Otero Taboada, dueñas del solar número 20 de la plaza. También fue necesaria la autorización de Antonio Lino Martínez Pereira, que poseía el inmueble situado en el número 7 del campo de San Agustín.
Una vez resueltos los escollos para poder disponer del suelo necesario todavía fue necesario esperar para realizar las obras. Así, el pleno del 20 de mayo de 1903 declaró desiertas por falta de licitadores, las dos subastas que había convocado –en diciembre de 1902 y febrero de 1903–.
En ese momento se atribuyó el desinterés por el contrato al descontento entre los obreros que habría motivado nadie optase al remate de las obras.
También pudo influir el hecho de que el consistorio avisase de que el plan de pago iba a ser a muy largo plazo y a los bajos precios que manejaba el presupuesto.
A los constructores tampoco les atraía el hecho de que no se pudiesen adelantar los pagos, porque el erario municipal no permitía destinar a esta obra más de cien mil pesetas por año
Para solventar este escollo, la comisión que integraban Antonio Lens Viera, Domingo Mosquera, Juan Lourido, Francisco Mariño, M. L. Ramírez, Narciso Ángel Corral y Freire de Andrade. propuso el 16 de mayo de 1903 al pleno que se permitiese fraccionar la obra.
Dos años de retraso
A finales de ese mismo año, el 9 de diciembre, la corporación retoma el tema del presupuesto para las obras. Tras conocer la cantidad de dinero disponible, el arquitecto municipal, aconseja una ampliación del plazo, una propuesta que recibe el favorable dictamen de la comisión de obras.
El presupuesto para la realización del palacio asciende a 934.120,06 pesetas, así como la ampliación a cinco años del plazo, en lugar de los tres que se habían establecido.
En los últimos días del año, se liquidan los gastos notariales de una escritura otorgada el 4 de agosto, sobre el contrato de permuta del solar que el Ejército poseía al norte de María Pita, por otro situado en el Campo da Leña. La minuta pertenece al notario Antonio Viñes Gilmet.
El principio del año 1904 no trae grandes novedades sobre las obras del palacio municipal y hay que esperar hasta el 18 de mayo para que el pleno informe del resultado negativo de las subastas celebradas tanto en la ciudad como en Madrid el día 5 para adjudicar las obras.
Ante el hecho de no haber encontrado licitador en seis subastas, el pleno acordó acometer las obras por el sistema de administración. El 29 de septiembre, se da cuenta del proyecto de la primera sección de la nueva Casa Consistorial y pliego de condiciones para contratar la ejecución de dicha obra con Constantino Barros Escudero, formado por el Arquitecto municipal y cuyo presupuesto de contrata se eleva a la cantidad de 120.961,43 pesetas. En toda esta gestión tendría su importancia la aportación del Marqués de Figueroa, a quién el Ayuntamiento le otorga un expresivo voto de gracias.
Una caja del tiempo
El 12 de julio de 1905, llegó la esperada inauguración oficial de las obras. El pleno de ese día informa de la adquisición de la caja de plomo que en marzo sería depositada bajo una piedra del zócalo de la fachada principal. Dentro de esta urna se colocó otra de cobre que contiene documentos relativos a la inauguración de las obras.
El proyecto de la segunda sección que asciende a 125.203,89 pesetas, recibiría luz verde el 2 de agosto de este año y la tercera sección, que asciende a 134.795,12 pesetas, lo hace el 12 de diciembre de 1906.
Para la cuarta fase habrá que esperar hasta el 5 de febrero de 1908. Entonces se presupuestan la terminación de los muros, la construcción de la cubierta y las torres por un total de 516.642,04 pesetas. Constantino Barros Escudero, se hace cargo.
El 16 de marzo de 1910 se acomete la colocación de la cubierta de zinc. El arquitecto Pedro Ramiro Mariño, estima necesarias catorce planchas, con un precio de trece pesetas metro cuadrado y un importe de 1.934,25 pesetas.
Los bocetos de las estatuas, presentados al concurso abierto, se estudian el 8 de marzo de 1911 y se adjudica la ejecución de las cuatro que rematan el cuerpo y representan a las provincias gallegas. Las elegidas son: “Galicia, cuatro provincias”, “Bella Galicia”, “Paxísteles” y “Galicia Z-4”. A los tres primeros se les premió con 500 pesetas. El ganador fue el barcelonés Antonio Parera Saurina.
Juan Bouzón Figueroa, Para el ganó 29 de julio de 1914, el proyecto de la quinta sección, con una propuesta de 519.980 pesetas. El 19 de agosto se repasa la distribución del edificio y el 29 de julio de 1915 se trata de la instalación de la calefacción.
El 14 de noviembre de 1917, el arquitecto municipal, da por recibidas las obras. El 18 de septiembre de 1918 la corporación municipal toma posesión de su sede definitiva.