El mítico reloj de la Puerta del Sol dejará de sonar y seguirá sin hacerlo durante, al menos, algo más de dos semanas, para someterse a su primer proceso de limpieza “pieza a pieza” en casi 30 años.
Según contó uno de los relojeros responsables de los trabajos, Jesús López Terradas, la última vez que las piezas de este icono madrileño fueron desmontadas y sacadas de su espacio habitual fue en 1996. Él mismo estuvo presente en aquel procedimiento.
El mecanismo, oculto tras el minutero que puede observarse desde la calle, debía ser intervenido para evitar “un desgaste de tal envergadura” que terminara haciéndolo inservible. “Es muy sencillo. Cuando una máquina se tira 30 años sin parar, noche y día, se va desgastando. Hay que limpiarla”, explicó.
El mecanismo debe ser intervenido para evitar “un desgaste de tal envergadura” que terminara por hacerlo inservible
Un proceso que se lleva a cabo ahora al haberse detectado, según López Terradas, “que ya el reloj iba perdiendo fuerza”. Es decir, la limpieza de los componentes del mecanismo no es solo una cuestión de higiene o estética, sino que en ello le va poder seguir dando la hora más adelante.
Para que el Reloj de la Gobernación (su antiguo nombre) no estuviera demasiado tiempo parado, el proceso se ha dividido en tres fases. Los trabajos comenzaron con una intervención en los elementos que provocan los sonidos de las campanas en los cuartos. No fue hasta la pasada noche del martes al miércoles cuando se hizo el silencio.
El minutero se parará completamente la próxima semana, cuando se inicie la segunda fase del proceso de restauración. En ese momento, se desmontará el mecanismo principal para su limpieza y ajuste en el taller. Permanecerá detenido aproximadamente una semana, hasta que sea reinstalado y conectado en la fase final de los trabajos.
“En definitiva, entre unas cosas y otras, las agujas estarán paradas solo una semana”, confirmó López, que insistió en que se dio prioridad a un proceso de limpieza y restauración que acortara al máximo su inactividad.
Por último, en la tercera fase, prevista para dentro de dos semanas, se reinstalará el movimiento y se reconectarán la sonoridad de los cuartos y las horas, dejando el reloj en funcionamiento. “En total, entre lo que hemos hecho y lo que queda por hacer, en dos o dos semanas y media estará terminado”, estimó el relojero.
A diferencia de la restauración de 1996, cuando el reloj fue completamente desmontado y trasladado a un taller externo mientras el edificio también estaba en obras, en esta ocasión el proceso será más rápido y menos invasivo. Ahora, el mecanismo no ha sido trasladado en su totalidad, solo algunos componentes han sido llevados al taller.
El resto del trabajo se realiza en el propio emplazamiento para llegar con margen a su protagonismo en la Nochevieja madrileña.