Alba Rubial Lalín (5 de septiembre del 1991, Lalín) es la brújula del CRAT Residencia Rialta. Juega de ‘9’ o medio-melé, una posición estratégica y de mucho desgaste. Es la encargada de coordinar a la delantera, ordenar a las tres-cuartos y liberar el oval en cada agrupamiento. En definitiva, está en todos los ‘fregaos’. “Exige una reacción rápida y mente fría en la toma de decisiones y también cierta exigencia física porque implica ir siempre detrás de la bola”, asume.
La lalinense de 31 años no quiere darse importancia. “Es un puesto que tiene bastante responsabilidad, pero también hay otras posiciones clave como la talonadora, la ‘8’ o la ‘10’ y el punto fuerte del CRAT esta temporada es la unidad, las quince que estamos dentro del campo y no tanto las individualidades. Ninguna jugadora tiene el número grabado en la espalda. Hay que pelearlo en cada entrenamiento y en cada partido”, advierte.
Alba descubrió el rugby hace ya una década cuando estudiaba Psicología en Salamanca. “Siempre jugué de ‘9’ salvo en mi primer año. Vieron ciertas cualidades: liderazgo, técnica de pase, estrategia de juego... Y poco a poco me fui desarrollando, pero aún me queda mucho por aprender y mejorar”, admite.
También tiene margen de mejora el CRAT A Coruña, que ha empezado la Liga Iberdrola 2022/23 con dos victorias (en casa contra Sant Cugat y Olímpico de Pozuelo) y tres derrotas (en el campo de El Salvador, Complutense Cisneros y Cocos de Sevilla), las dos últimas consecutivas antes de un parón de dos semanas en la competición.
“Necesitábamos descansar por la carga de jornadas que llevábamos. El parón nos vino bien para fijar sobre la mesa nuevos objetivos que tenemos que mejorar”, reconoce Alba, que destaca la necesidad de evolucionar en el juego de ataque: “Tenemos que ser más eficaces con la pelota. Aunque tenemos mucho tiempo de posesión, no siempre lo resolvemos con puntos. Es una asignatura pendiente”.
La ‘9’ azul y negra es consciente del “inicio de temporada un tanto irregular”, sobre todo a domicilio: “Es lo que más nos está costando, no podemos dejar pasar más oportunidades y tenemos que saber competir, también con el marcador en contra”. Los tres próximos partidos (en Elviña contra el líder Majadahonda y dos como visitante, en Eibar y Sant Cugat) “definirán nuestra posición y nuestro objetivo”.
“Nos gustaría acabar entre las cuatro primeras de la fase regular para entrar en los ‘playoffs’, pero sabemos que la liga está más igualada que nunca y es muy importante sumar puntos en cualquier partido”, avisa Alba.
Lalín, de apellido y apodo, no se inició en el deporte oval en su pueblo, con cierta tradición de rugby a nivel regional. “Competí desde los ocho hasta los 18 años en el Club Natación Lalín. No me gusta alardear, pero tengo unas cuantas medallas en Campeonatos Gallegos y fui subcampeona de España en 100 metros espalda”, dice con la boca pequeña.
La jugadora del CRAT rechazó dos veces la llamada del Centro Gallego de Tecnificación Deportiva en Pontevedra –“decidí quedarme en casa”, zanja– y salió de la piscina agotada por la exigencia física y mental: “Acabé bastante quemada por la disciplina en los entrenamientos”.
Alba cambió la soledad de la natación por la familia del rugby: “No me gusta compararlas, pero son disciplinas completamente distintas. Probar un deporte colectivo me enganchó por el carácter de grupo y de equipo. El rugby refuerza y alimenta muchas áreas de mi vida, no solo a nivel deportivo, sino personal”, celebra.
La medio-melé del conjunto coruñés jugó dos temporadas en Salamanca –“empezar en regional hizo más gratificante y satisfactorio el salto a División de Honor”, admite– y otras cuatro en el Sanse Scrum, ya en la élite: “Me apetecía volver a casa, cerca del mar y seguir compitiendo al máximo nivel. Aposté por A Coruña y el CRAT y estoy muy contenta”.
Psicóloga infanto-juvenil, especializada en intervención social, educación emocional y neuroeducación, Alba es emprendedora y su propia jefa. En septiembre de 2017 abrió el Espacio Educativo Explora en Novo Mesoiro. “Soy una apasionada de la crianza respetuosa, el aprendizaje activo y la empanada”, se define.
“Me siento una privilegiada de poder vivir de mi empresa. Me da libertad para coordinar mi trabajo con el rugby. Soy mi propia jefa e intento ser amable conmigo misma”, admite.
Alba exporta algunas de sus características como medio-melé a su vida personal y profesional: “El liderazgo, la comunicación, enfrentarme a errores que puedo cometer... Me llevo todo lo que aprendo en el campo”, indica.