La lapidaria frase “un añito en el infierno”, asociada básicamente a los descensos de Primera a Segunda división de fútbol de equipos de renombre, bien puede aplicarse también al baloncesto.
La ha padecido todo un Estudiantes, que hasta la caída al final de la temporada 2020/2021 siempre había militado en la máxima categoría, y que no pudo escapar del averno a la primera. Y la está padeciendo el CB Miraflores Burgos, rival mañana del Leyma Basquet Coruña, que de momento está muy lejos de cumplir con el papel de favorito –marcha noveno–, compartido con el otro descendido, el Andorra, que se le otorgaba antes del inicio del curso.
Con seis años y cinco meses de vida como club profesional –hasta 2015 competía a nivel regional–, la existencia de la entidad que tomó el testigo del CB Atapuerca (Autocid Burgos) –que a su vez tomó el testigo de jugar a nivel local– ha sido fulgurante.
En la 2015/16 aterrizó en Oro, acabando tercero la fase regular y cayendo en semifinales de los playoffs. Una campaña más tarde, de nuevo tercero, finalista de la Copa Princesa y ascenso a la ACB tras arrasar en la postemporada: 3-0 al Melilla, al Breogán y al Palencia. Y todo ello con... Diego Epifanio en el banquillo y Javi Vega en la cancha.
La primera experiencia en la cima nacional la salvó con el decimocuarto puesto. Y a partir de ahí, la consolidación. Undécimo en el curso 18/19 –todavía con Epifanio–, con billete para la FIBA Champions League, y décimo un año después, cuando la excepcional configuración de la fase por el título –dos grupos de seis equipos en la ‘burbuja’ pandémica de Valencia– le permitieron jugarla. Y no solo eso, el Burgos se coló en semifinales, donde cayó ante el Barça, después de acabar en su grupo por delante del Real Madrid.
Tres meses y medio más tarde, el exitazo. Campeón de la Champions al derrotar en la final (85-74) al AEK Atenas.
El primer exitazo. Porque repetiría corona continental en la siguiente temporada, esta vez venciendo en el partido decisivo al Pinar Karsiyaka turco (64-59). En la ACB, un fantástico sexto puesto, aunque caería en cuartos de final, por 0-2, a manos del CB Canarias. En la misma ronda y contra el mismo rival (76-87) se quedó en su debut en la Copa del Rey.
Y cuando mejor pintaba el futuro, llegó el batacazo. Pese a no arrancar mal (3-2), una tacada de cinco derrotas seguidas se llevó por delante al técnico Zan Tabak. Le sustituyó Salva Maldonado, que duró tres partidos (todos perdidos) antes de que el club fichase, en medio de una agria polémica, a Paco Olmos, quien tenía al Breogán con un balance de 8-8.
El entrenador valenciano solo conseguiría seis triunfos en las 18 jornadas restantes, uno en las ocho últimas, y el Burgos descendió como ‘farolillo rojo’ y a dos victorias de la salvación, mientras que el Breogán acabó en la zona tranquila de la tabla. La maldición de Olmos no terminó ahí. Lo hizo el pasado 20 de diciembre, cuando el club decidió destituirle tras la derrota (95-91) en Ourense.
Curro Segura lleva ahora la batuta. Maneja la que, por nombres, es la segunda mejor orquesta –tras la de Andorra– de la competición. El técnico granadino solo ha dirigido tres partidos (1-2, con derrotas en Lleida y ante el Estudiantes).
Tiempo tiene por delante para enderazar el rumbo, como lo tuvo la campaña pasada el Bàsquet Girona, aunque se antoja utópico que pueda encontrar, en caso de que decida hacer cambios, una pieza del calado del Marc Gasol.
No debería necesitarla, pues maneja un plantel de lujo. Pero el movimiento se demuestra andando. Y ganando muchísimos partidos. O eso, u otro añito en el infierno.