Dirigentes, diputados y cuadros territoriales de JxCat han hecho público abiertamente su posición sobre la permanencia del partido en el Govern, empezando por el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, que este mismo miércoles, se ha mostrado partidario de salir del Govern.
También han manifestado querer salir del Ejecutivo catalán la expresidenta del Parlament, Laura Borrás; tres de los cuatro vicepresidentes de Junts -Josep Rius, Francesc de Dalmases y Aurora Madaula-; la consellera de Investigación y Universidades, Gemma Geis; el exvicepresidente del Govern Jordi Puigneró; el presidente de Junts en el Parlament, Albert Batet; el secretario de Organización, David Torrents; el eurodiputado Toni Comín; la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas, y los diputados Jaume Alonso-Cuevillas y Joan Canadell.
Por contra, quieren quedarse en el Govern los consellers Jaume Giró, Victória Alsina, Lourdes Ciuró y Violant Cervera; el exsecretario general del partido, Jordi Sánchez; los exconsellers Josep Rull, Quim Forn y Damiá Calvet -que es el presidente del Port de Barcelona-; el exalcalde Xavier Trias, y el diputado y secretario general adjunto de Junts, David Saldoni.
Aunque el secretario general del partido, Jordi Turull aseguró que haría público su voto a la militancia, finalmente ha evitado posicionarse apelando a la neutralidad que, a su juicio, ha pedido la Sindicatura Electoral de la consulta.
Este miércoles, la Sindicatura Electoral ha emitido dos comunicados: primero uno que pedía a los cargos internos, órganos colegiados y a los representantes institucionales que se mantuvieran neutrales y se abstuvieran de utilizar su posición “para favorecer cualquiera de las opciones de la consulta”, mientras que en el segundo ha aclarado que se permiten los posicionamientos a título personal pero no acompañados de simbología oficial del partido.
Además de Turull, tampoco se han pronunciado a menos de un día que empiece la votación la alcaldesa de Vic (Barcelona) y vicepresidenta del partido, Anna Erra, la líder de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, y la portavoz en el Parlament, Mónica Sales.
Los 6.465 militantes de Junts -con más de seis meses de antigüedad- podrán votar telemáticamente a partir de la medianoche de jueves y hasta las 17.00 horas del viernes si quieren que el partido siga formando parte o no en el Govern de Pere Aragonés en una consulta interna.
“¿Quieres que Junts siga formando parte del Govern de Cataluña?”, es la pregunta que se formulará a las bases de la formación, que afrontan una votación que puede desencadenar la ruptura del Ejecutivo catalán y que puede tener consecuencias en el seno del partido que preside Laura Borrás y cuyo secretario general es Jordi Turull.
A la pregunta le precede una introducción que recuerda que la auditoría que realizaron sobre la acción del Govern evidenció que había “incumplimientos de elementos centrales” y que, en consecuencia, el partido ha presentado una serie de propuestas para garantizar el cumplimiento del acuerdo de legislatura que, hasta el momento, ERC no ha aceptado.
En caso de que gane el ‘sí’ a continuar en el Govern, la votación puede abocar al partido a una crisis y a una posible escisión, como admiten en privado algunos dirigentes de Junts consultados por Europa Press.
Y es que Borrás y sus afines apuestan por la opción contraria y esto puede generar un choque con los partidarios de permanecer en el Ejecutivo catalán, cuyas consecuencias se desconocen.
Una de las posibilidades que se ha contemplado es que Borrás y sus afines dejaran el partido para encabezar la lista cívica que la ANC quiere impulsar de cara a las próximas elecciones catalanas, una posibilidad que la presidenta de Junts siempre ha negado.
Otra de las incógnitas es qué pasaría con la consellera Gemma Geis, teniendo en cuenta que es partidaria de salir del Govern, y cómo procederá el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, al respecto, más allá de que su nombre suena también para liderar la lista de Junts a la Alcaldía de Girona, donde se han quedado sin candidata.
En caso de que el ‘no’ se imponga, lo que obligaría a Junts a salir del Govern, habría que esperar que los consellers presentaran su dimisión y que Aragonés firmara su cese y procediera a una remodelación del Ejecutivo catalán con consellers de ERC.
Y además, la posible victoria de los partidarios de dejar el Govern puede tener consecuencias sobre los que han defendido quedarse.
A la espera del resultado de la consulta que definirá su mandato al frente del Govern, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, ha reiterado en los últimos días que respeta el proceso interno de Junts y cree que ahora es el momento de que su socio en el Ejecutivo decida.
En varias ocasiones, Aragonés expresó su deseo de que Junts siga en el Govern, aunque ha advertido de que, si se mantienen en la coalición, deberán tener lealtad para evitar que haya una nueva crisis en el futuro: “No serviría de nada un acuerdo que haga que al cabo de 15 días volvamos a estar igual”, ha afirmado este miércoles en el Parlament.
Para ello, ha mostrado su disposición a llegar a un acuerdo sobre las demandas que hace Junts si finalmente se quedan en el Ejecutivo: “Si esta es la decisión, que espero que sea así, implicarse en el Govern al 100%, no solo los consellers, también las formaciones políticas que le den apoyo. Sin dudas, con toda la voluntad de corresponsabilidad, respeto mutuo y máxima lealtad institucional que nunca podemos perder”.
Desde el Palau de la Generalitat prefieren no avanzar escenarios y esperar a ver cuál es el desenlace de la consulta de Junts, pero la portavoz del Govern, Patrícia Plaja, reconoció el martes que no pueden “improvisar” y que están preparados ante cualquier escenario, incluso el de un gobierno en solitario de ERC.
De hecho, la de un Govern en solitario es una opción que los republicanos ya comenzaron a deslizar durante la campaña electoral del 14 de febrero y Aragonés lo llegó a plantear ante el bloqueo de las negociaciones de la investidura antes de llegar a un acuerdo definitivo con Junts.
De producirse este escenario, se trataría del primer Govern en minoría desde el de Artur Mas en 2015 cuando salió UDC, y el que tendría menos apoyos parlamentarios de la historia del Parlament, lo que obligaría a Aragonés a buscar el respaldo de otras formaciones, incluidas el PSC y los comuns, para sacar adelante sus proyectos.