Golosía, un establecimiento localizado en la calle Orzán número 5, puede presumir de ser un restaurante auténtico y genuino, de esos que recuerdan a otro tiempo. De paredes de piedra, y con una hermosa lareira, resulta de lo más acogedor.
Un sentimiento que comparten Vanesa Vázquez y Alberto Estévez, propietarios del establecimiento, que se enamoraron de él nada más verlo. “Cuando vinimos a visitar el local por primera vez lo tuvimos claro, era este. ¿Por qué? Porque queríamos que la gente disfrutara de la comida que preparamos y que estuviera a gusto, que se sintiera como en casa”, recuerdan.
Alberto Estévez, encargado de elaborar la carta, revela que siempre ha sido un apasionado de la cocina y se considera una persona, cuando menos, "curiosa". Tanto es así que Golosía posee una filosofía de cocina tradicional gallega que combina con la gastronomía portuguesa e italiana. "Nuestro deseo es crear una carta pequeña pero muy dinámica que se adapte al producto de temporada. Tenemos pocos platos fijos para adaptarnos rápidamente a lo que dicte el mercado", explica Estévez.
El restaurante, que abrió a finales del mes de diciembre, no ofrece menús del día pero si presenta cuidados menús de degustación. Una de las propuestas que más triunfó fue la presentada en febrero, que tuvo como protagonista el tierno calçot catalán. “Gustó tanto que tuvimos que estirar el menú hasta que el campo dejó de dar el producto”, cuenta agradecida Vanesa Vázquez.
Con la llegada del esperadísimo verano la pareja ha presentado un nuevo concepto, el menú marino, que ofrecerán, “seguramente” hasta julio, como revelan los propietarios del restaurante.
La base de este menú degustación es el atún rojo, que procede, como indica Alberto, “de las almadrabas del litoral gaditano''.
Ya solo el primer plato del menú marino es para quitarse el sombrero: una tortilla de camarones hecha con el riquísimo camarón de Cádiz. “Esta tortilla la presentamos deconstruída. Por un lado, queda la masa de tortilla, muy crujiente, y por encima presentamos los camaroncitos”, revela su ideólogo, Alberto Estévez.
La experiencia culinaria continúa con un chowder de almejas, “un plato típico de las costas de Estados Unidos, con emulsión de garum y lechuga de mar”.
Pero la tercera propuesta que probará el cliente nada tiene que envidiar a las anteriores. Y es que no todos los días se puede degustar, como dice Alberto, “un carabinero curado, de muy buen tamaño traído de Huelva, acompañado de aceite de jengibre y kombu”.
Eso sí, el plato que más sorprende es el de callos de atún rojo con teja de espirulina. “Un domingo en A Coruña sin callos no se entiende”, bromea el propietario del negocio.
Pero, en palabras de Alberto Estévez, el plato “más espectacular” que se puede probar en todo el menú marino es el atún rojo con ajo blanco aromatizado con aceite de anís y brotes de hinojo.
El menú se cierra con el pescado del día y un postre marino. “Esta semana hemos tenido sanmartiño pero irá variando en función de lo que encontremos en el mercado. Además, para la sobremesa estamos utilizando la espirulina, un alga que le da al postre un toque azulado que recuerda al mar”, indica Alberto.
Queda claro que en Golosía tenían muchas ganas de experimentar con productos del mar como el atún o las algas. “Siendo gallegos es algo que tenemos que potenciar”, apunta Vanesa Vázquez.
Los menús degustación, en principio, se elaboran los domingos al mediodía pero si los clientes empiezan a demandar estos menús “es posible que los ofrezcamos, bajo reserva, durante toda la semana”, desvela Vázquez en primicia.
En este establecimiento la lupa no solo se pone sobre lo que se come, también cuidan lo que se bebe. “La idea es maridar los menús degustación con destilados escoceses como el whisky del área de Islay o la sidra de hielo canadiense. Ambos tienen toques salados y ahumados, perfectos para disfrutar del menú marino”, apunta con tino Alberto Estévez.
Uno de los productos estrella de Golosía son las ostras, uno de los pocos platos fijos de la carta. “Las ostras las tenemos siempre en el menú y se pueden pedir con o sin salsa. Recomendamos pedirlas con la salsa de cítricos para experimentar toda una explosión de sabor”, explican los hosteleros.
Otras alternativas que ofrece el establecimiento de la calle Orzán son el pulpo, al que le dan un toque de kamado -un vaso de barro que cumple la función de un horno de leña- y sirven sobre una base de crema de lombarda, las anchoas conservadas en sal llegadas directamente de Sicilia o los tomatitos, preservados en agua de mar, que consiguen de la región italiana de Campania.
No obstante, Golosía se está haciendo cada vez más conocida por su espectacular selección de carnes. "Ofrecemos al cliente carne de vaca gallega o de raza cachena que marcamos en un kamado para darles un sabor ahumado insuperable”, declara orgullosa la pareja, que, con esfuerzo, va haciéndose con una cartera de clientes fijos que se acercan al restaurante para disfrutar de una rica comida sin prisa.