El cáncer sigue siendo una de las principales causas de enfermedad en todo el mundo. Según datos publicados en el año 2012 por proyectos como EUCAN y GLOBOCAN de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se dieron 14 millones de nuevos casos de cáncer en mundo y estimaron que en las próximas décadas, el número de casos nuevos aumentaría en un 70%, alcanzando los 24 millones de casos para el año 2035.
No hay evidencia científica de que ningún alimento pueda prevenir el cáncer de mama, pero sí que hay una serie de recomendaciones nutricionales y alimentos que pueden ayudar tras el diagnóstico. Un buen estado nutricional puede ayudar al organismo a enfrentarse mejor a los tratamientos o intervenciones quirúrgicas.
El grupo GEICAM de Investigación en Cáncer de Mama, formada por una Asociación científica fundada en 1995, grupo referente en investigación clínica, epidemiológica y traslacional en cáncer de mama afirmaba en uno de sus artículos que: “merece la pena mencionar algunos alimentos o nutrientes para los que se ha sugerido que pueden tener algún efecto sobre el pronóstico del cáncer de mama, aunque la consistencia de sus resultados no es suficiente para incluirlos en las recomendaciones. En primer lugar, es posible que un elevado consumo de grasas saturadas (que tienen sobre todo origen animal) tenga un efecto negativo. Por el contrario, se ha sugerido un posible efecto beneficioso de una dieta rica en fibra. Finalmente, se ha atribuido un efecto beneficioso a la soja y, en general, a los alimentos ricos en fitoestrógenos”.
La mayor parte de las características de la dieta mediterránea están orientadas a la prevención del cáncer: consumo diario, abundante y variado de fruta y verdura; consumo diario de variedad de cereales, preferiblemente integrales; uso del aceite de oliva como principal fuente de grasa; consumo diario de algún producto lácteo; pescado y priorizando carne blanca como principal fuente de proteínas y grasa animales a la carne roja y carne procesada; consumo poco frecuente de alimentos ultraprocesados y con alto contenido de azúcares refinados.
Desde GEICAM señalan que “un elemento diferencial entre la dieta mediterránea tradicional y la dieta frente al cáncer es que la primera admite el consumo de alcohol, específicamente de vino, con moderación.Pero respecto al cáncer en general el consumo regular de alcohol es uno de los factores de riesgo más importantes, sobre todo en personas que ya han mostrado una susceptibilidad aumentada, como son las supervivientes de cáncer de mama: en ellas el consumo de alcohol debe evitarse totalmente”.
La Junta Provincial de Baleares de la Asociación Española contra el Cáncer en colaboración con el Colegio Oficial de Dietistas - Nutricionistas de Illes Balears (CODNIB), y la Asociación de Cocineros Afincados en las Islas Baleares (ASCAIB) ha propuesto una guía nutricional para pacientes oncológicos:
Incluya dos o tres raciones al día en forma de yogur natural, leche semidesnatada, queso fresco, etc. Por ejemplo, en desayuno, meriendas o antes de irse a dormir. Si habitualmente toma bebidas vegetales, son preferibles las de soja por tener mayor contenido proteico que los de avena, arroz o almendras.
Asegure a diario al menos 5 raciones entre frutas y verduras, por su aporte de vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes. En las comidas principales asegure una buena ración de verduras frescas y de temporada.
Asegure en la mayoría de comidas una cantidad suficiente de alimentos ricos en carbohidratos, tales como tubérculos, cereales y sus derivados.
La falta de actividad física y los tratamientos contra el cáncer reducen la masa muscular, es importante por ello, mantener o aumentar la actividad física para ayudar a disminuir la inflamación, mantener la musculatura y la fuerza. Además, la actividad física se asocia a menor fatiga y ansiedad, mejor calidad de vida y mayor autoestima.
Se deben evitar los alimentos ricos en sal, grasa y/o azúcar, tales como embutidos (sobre todo los grasos), bollería, bebidas y lácteos azucarados, aperitivos fritos, etc; las bebidas alcohólicas, o en todo caso disminuya su ingesta al mínimo; los suplementos de vitaminas/minerales o antioxidantes, a no ser que se los haya prescrito su médico; y las dietas restrictivas ya que pueden empeorar el estado nutricional.
Es importante mantener el cuerpo bien hidratado para que funcione bien, beber agua es muy importante. También son una muy buena opción las infusiones, el caldo sin o bajo en sal, leche o zumos diluidos con agua.