Entre las muchas cosas que tengo pendientes en este tramo de mi vida es la de hacer el Camino de Santiago en etapas y kilómetros suficientes para recibir la Compostela. De manera parcial hice distintos kilómetros de la ruta en un par de ocasiones. En una de ellas llegué a plantar un árbol que, supongo, habrá crecido en demasía en el bosque del camino inaugurado hace muchos años por la Orden del Camino, a la que pertenezco. Esta reflexión mía llega cuando estamos a punto de cumplir los 30 años que se declaró al Camino Francés como Patrimonio de la Humanidad. Hace ahora tres décadas nos reunimos muchos compostelanos- de nacimiento y adopción-en una fiesta cuando se conoció la noticia de la concesión a la ruta jacobea. En aquel año los designios y el patriarcado del Xacobeo corrían de la mano de Víctor Vázquez Portomeñe y la alcaldía y el Consorcio lo ostentaba un arquitecto, Xerardo Estévez, amante de la ruta, que llegó a realizar y que potenció al máximo desde sus responsabilidades administrativas y políticas. Desde aquel momento el Camino ha sido un auténtico motor socioeconómico de Galicia. Los millones de peregrinos así lo atestiguan y han dejado constancia de que la ruta, en sus numerosas vertientes y caminos, son la mejor de las cartas de presentación que han vuelto a colocar a Compostela en el centro de preferencia de los que buscan en cualquiera de sus rutas una forma de encontrarse con uno mismo. Una forma de reflexionar, en voz baja, pero entablando diálogo y amistad con otros peregrinos que también buscan los mismos objetivos y metas.
El repique de las campanas de la catedral y de otras iglesias compostelanas nos recordará el domingo día 10 que se cumplen esos 30 años desde que la Unesco declaró el Camino Francés como Patrimonio de la Humanidad. Y nuestra emblemática Berenguela lucirá un alumbrado especial para que pueda ser vista desde todos los lugares en los que confluyen los distintos Caminos que llegan a Compostela. Habrá mucha música, presentación de libros, exposiciones y todo tipo de actividades culturales que darán más relieve el Camino de las múltiples peregrinaciones que es el mejor de los reclamos para que las personas sigan descubriendo y conociendo la Galicia del futuro que se van a encontrar.
El Camino es el mejor de los escaparates, el más importante reclamo, para que las personas sigan descubriendo a Galicia. Y el encuentro, sin lugar a dudas, servirá para sumergirse en los distintos vericuetos por los que pasan las rutas diferentes con perspectivas distintas tales como el urbanismo, la sostenibilidad, el patrimonio, las políticas públicas, el arte y la historia con espíritu europeísta para analizar lo que tenemos, a donde hemos llegado y reflexionar sobre el futuro y lo que queremos dejar a las generaciones venideras. Recuerdo aquel viejo tango de Carlos Gardel en el que hablaba de los años transcurrido que penas no son nada…Los de ahora, enmarcados en tres décadas, nos parecen muchos, en el cómputo general, pero pocos en el parcial refrendados por los millones de peregrinos que llegaron a la Compostela eterna. Cuando en aquellos años del inicio de la década de los 90 comenzamos a ver, a conocer , las iniciativas xacobeas por donde iban a ir, fundamentalmente por la potenciación de los diferentes caminos, y con la llegad a Galicia de las primeras figuras del mundo de la música y de la interpretación, los europeos, los americanos y los japoneses, comenzaron a descubrir que al final del Camino, donde el mar se ensanche, está la meta, los anhelos, los deseos, los encuentros y las esperanzas después de cientos de kilómetros. Ahí está esperándolos esa Compostela que les deja extasiados cuando llegan a la plaza del Obradoiro y contemplan en toda su majestuosidad la Catedral.