Se cumplieron diez años de la coronación de Felipe VI y el aniversario se conmemoró con un acto sencillo, alejado de la grandiosidad que suele dominar la esfera pública.
Al Rey le tocó reinar en el peor momento para la institución monárquica por problemas heredados de su padre y porque le tocaron años de sucesivas crisis políticas. Superó con excelente nota todos los desafíos con coherencia, ejemplaridad y transparencia. Sus años de reinado ya fueron evaluados por analistas y medios de comunicación que glosaron el perfil de “un rey para nuestro tiempo”.
Por eso en este comentario voy a detenerme tan solo en dos hechos que llamaron la atención en la celebración de este X aniversario. El primero fue la irrupción de la princesa Leonor y la infanta Sofía que rompieron el protocolo de la mesa imperial para leer un cariñoso mensaje a su padre.
“Perdón por colarnos, pero también nosotras tenemos algo que decir hoy” y ¡vaya si dijeron!. “Gracias por acompañarnos…, en estos 10 años hemos aprendido de nuestros padres lo que significa el compromiso que los cuatro tenemos con los españoles”, dijo la infanta Sofía. “Ahora me gustaría que se unieran a nosotros en un brindis por nuestra madre y nuestro padre, por nuestros Reyes, porque… nos han enseñado el valor de la institución de la Corona, su utilidad para nuestra sociedad y su propósito de servir a todos.”, corroboró la princesa de Asturias. “Mamá, papá, gracias”, terminaron.
El Rey fue presa de la emoción, como lo son millones de padres a los que los hijos dan una sorpresa en la celebración de un evento familiar, lo que hace de su familia una familia normal que acerca más la monarquía a la sociedad.
Lo segundo que llamó la atención fue la no asistencia de los reyes eméritos en un acto tan significativo. Desconozco la causa de la ausencia de doña Sofía, la de Juan Carlos I se debió a que está proscrito y desterrado sin que tenga causa alguna pendiente ante la justicia. Pero el Gobierno se pliega a las exigencias de nacionalistas, independentistas y herederos de Eta y lo mantiene en el exilio.
A cualquier español de bien, sea monárquico o republicano, le resulta imposible entender este destierro, sobre todo sabiendo que en el ámbito de la política andan sueltos decenas de corruptos reconocidos, algunos con pedigrí. Tampoco lo entienden fuera de España. El Rey Juan Carlos asistió a las exequias de Isabel II, hace un año el presidente Macrón le invitó a cenar en el Elíseo, está bien considerado en las casas reales europeas y entre mandatarios extranjeros…
“Cuando se ataca al Rey se está atacando la Constitución y el sistema, dijo Alfonso Guerra. Este Rey no puede pasar a la historia en las páginas de sucesos, no se puede hacer una cacería del monarca y de la monarquía…”.
Seguro que en el brindis Felipe VI echó de menos a sus padres. Como es natural.