El Banco de España

La “imposición” por el presidente Sánchez del ministro Escrivá como Gobernador del Banco de España es una cacicada más que coloniza la última institución autónoma frente al propio Gobierno, devaluada por el político Miguel A. Fernández Ordóñez y prestigiada por el independiente Hernández de Cos.  


Impuesto a la brava, este nombramiento causa preocupación en ámbitos económicos, entre socialistas y conservadores y entre ciudadanos porque, además de romper la tradición de pactarlo con la oposición, es la muestra de que las “puertas giratorias” son una de las señas de identidad del Gobierno.


Ahí está el asalto del Ejecutivo a la Fiscalía, al Consejo de Estado, a la Agencia EFE, a RTVE, al Constitucional, al INE, al CIS… En esas puertas giratorias hay que incluir la “colonización” de las empresas públicas. Nombramientos de dirigentes sin el perfil profesional adecuado, con el solo mérito de la obediencia al líder, tienen a muchas de esas empresas quebradas o en pérdidas económicas millonarias.  


Que el Gobierno colonice las instituciones con personas “leales” a su ideología erosiona  su independencia y, en lugar de actuar como contrapesos del poder y garantizar una vigilancia objetiva sobre el mismo Gobierno, toman decisiones sesgadas y complacientes con el poder ejecutivo, descuidando velar por el interés general. Por citar algunos ejemplos, ahí está el descrédito de los sondeos del CIS, de los informativos de RTVE, del Fiscal General, del Tribunal Constitucional, de la abogacía del Estado y de otras instituciones por actuaciones impropias en una democracia sana.  


Que el Gobierno “se apodere” de forma sistemática de instituciones y empresas públicas es peligroso para la democracia. Compromete la independencia institucional, debilita el Estado de Derecho, y erosiona la confianza pública en las estructuras democráticas como fiscalizadoras del poder. Llama la atención que el impulsor de esta colonización sea el presidente Sánchez que venía para regenerar la vida pública, para ser ejemplo de transparencia y para acabar con las puertas giratorias. Lo que está haciendo dinamita  las reglas democráticas de buen gobierno que nos dimos cuando aprobamos la Constitución.  


Volviendo al Banco de España, ahí queda otra institución “intervenida” para seis años. ¿Qué independencia de criterio y credibilidad tendrán los informes de esta entidad, gobernada por el señor Escrivá, sobre la economía española y las políticas y actuación de este Gobierno del que él formó parte?


La negociación, el consenso y el acuerdo final son propios de una democracia parlamentaria, mientras que la decisión unilateral de un líder sin consulta alguna, es propia de democracias populistas y autocracias. “Estamos en camino hacia una situación como Venezuela”, dice el profesor de Derecho Constitucional, Francesc de Carreras. Es un buen diagnóstico.

El Banco de España

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