Todo el mundo se ha acordado estos días, con más o menos entusiasmo, de dónde parten los problemas que la falta de agua de lluvia está causando en algunas regiones de España. Hubo una vez un gobierno presidido por José María Aznar que aprobó un Plan Nacional Hidrológico cuyo objetivo era precisamente acabar con los problemas que ahora la sequía ha dejado al descubierto. Algunas Comunidades Autónomas tienen que imponer restricciones y piden agua a otras y se embarcan en construir a toda prisa nuevas desaladoras mientras se tiran cantidades ingentes de agua al mar.
Cataluña, que fue una de las regiones que con más vehemencia se opuso a ese Plan de Aznar y que finalmente fue enterrado por Zapatero, ahora tiene sed. Eso sí, durante estos últimos años no dedicado ni un euro a levantar infraestructuras que evitaran que algún día ocurriera lo que ha acabado pasando. Les pareció mejor gastar millones de euros en veleidades como las embajadas en el exterior y todo tipo de organizaciones y organismo que dieran cuerpo a su “republiqueta” porque España les robaba. Cómo iban a auxiliar, a ser solidarios, con los que tenían sed.
Pero, claro, las cosas han cambiado y no sólo a los que antes los gobiernos de Cataluña les negaron agua están ahora dispuestos a ayudar, sino que el gobierno de todos va a financiar la mitad del coste de llevar barcos con agua y a la construcción de nuevas desaladoras. Cientos de millones de euros que saldrán de fondos europeos y de nuestros recibos, porque tanto llevar barcos con agua a Cataluña como construir desaladoras es carísimo. Es paradójico además que la vicepresidenta más “ecologista” del planeta no tenga ahora reparos en que se construyan desaladoras siendo como son altamente contaminantes y grandes consumidoras de energía. Todo sea por mantener en pie el gobierno de Sánchez al precio que sea.
El sanchismo se ha tragado ya tantos principios con ese mismo fin que da lo mismo uno más. Si se han cambiado leyes, se ha roto la igualdad entre españoles, se pasa por alto la liturgia de la democracia, se han asaltado instituciones o se maquillan datos, qué más da salir al rescate de un gobierno despreocupado de la gestión hasta del agua, mantenido por prófugos de la justicia y condenados por delitos graves como sedición o malversación si sus votos son vitales para mantener La Moncloa. Todo vale.