Broncano, Motos y la piedra

Elevar a categoría de duda la cotidiana certeza es hoy el afán de nuestro mundo, movido por la imperiosa necesidad de traducirlo todo a noticiable. También la evidencia, sometiéndola a la pujanza del vacuo discurso hasta hacer de ella algo revolucionario, desentendiéndose de lo visible de su naturaleza. 


Afirmo esto sin renegar ni un ápice de la duda, esencial como el aire, no en vano en ella brota natural la fuerza crítica de cada uno de nosotros y de la sociedad. Sin embargo, se impone que, para no agotarnos inútilmente, nos ciñamos al guion de su presencia y permanencia en aquello que está meridianamente claro.  En este sentido echo en falta la firmeza del poeta brasilero Carlos de Andrade cuando dice: «En medio del camino había una piedra, había una piedra en medio del camino…»/ Versos en los que se mantiene firme en la constatación, añadiendo en otros: «Nunca me olvidaré que en medio del camino había una piedra».
En la disputa Broncano y Motos hay una realidad subyacente pero incontrovertible. Un presidente y un gobierno a los que molesta la crítica de Motos y como no pueden cercenarla, optan por acallarla contratando para TVE, y a precio de mercado, a Broncano, a fin de que lo carbonice en la parrilla. Esa es la evidencia, lo que permanece, pese a que se hable de cambio de paradigma y otras ocurrencias del mismo pelaje. 


Yo, en esto, como Andrade, «en medio del camino hay una piedra», solo eso, una piedra.

Broncano, Motos y la piedra

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