Carta blanca

Pedro Sánchez y, con él, toda la izquierda, destila satisfacción. No ha ganado las elecciones, pero sí las amistades necesarias para continuar en La Moncloa. Lo hará de manera legítima y con el sentimiento, la certeza, de que tiene carta blanca para seguir adelante con su proyecto que, en el fondo, no es otro que colocar a la derecha, es decir al PP, en la cuneta de la vida política.


Se trata, por encima de cualquier otra cosa, de trasladar a los españoles que no solo ha ganado las elecciones, que no lo ha hecho, sino que el partido liderado por Nuñez Feijoo, ganador objetivo de los comicios del 23 de Julio, está solo, que está condenado al ostracismo y que aquí no hay más cera que la que arde; es decir, él mismo.


Todo apunta a que formará Gobierno y será, sin duda, un Gobierno legítimo que ayudará a que el mercado de las palomitas aumente sus expectativas de negocio. Cuando esto ocurra le veremos satisfecho, ufano, seguro de sí mismo. Veremos al Pedro Sánchez que ya conocemos, de manera que en este aspecto no habrá sorpresa alguna.


Sin embargo, esa carta en blanco que siente en su mano tiene el enorme riesgo de la ignorancia. ¿Se puede ignorar que el PSOE ha perdido una inmensidad de poder institucional? ¿Se puede ignorar que los ocho millones de votos que ha obtenido el PP son votos irrelevantes, que nada merecen?. Todo apunta a que Sánchez está dispuesto a la temeridad porque es una temeridad democrática e institucional ignorar este hecho que es objetivo.


No debería ignorar el gobierno legítimo que Sánchez está dispuesto a conformar que debe gobernar para todos, que no cumpliría con su deber si se le cae la baba de cariño a sus socios, todos absolutamente minoritarios, despreciando a quienes no le han votado. Hasta el momento no ha dado señales que inviten a pensar que, cuando menos, está dispuesto a tratar al PP con el respeto que se merece la que ha resultado ser la primera fuerza política de España.


Como ejemplo baste la respuesta, carente de la más mínima elegancia institucional, que dio a la carta enviada por Nuñez Feijoo, colocando a la primera fuerza política a la misma altura de partidos que han obtenido incluso un solo diputado.


No estaría de más que Sánchez no se obnubilara con la carta blanca que cree tener en sus manos. España, que según Yolanda Diaz es un país de países, tiene muchos retos por delante, asignaturas pendientes que exigen estudiantes aplicados y exige, sobre todo, de objetivos compartidos. Si Sánchez quiere recorrer este camino, tarde o temprano tendrá que contar con quien, a día de hoy, desprecia desde la altivez de la que no es capaz de desprenderse.


Y mientras esto llega, aquí estamos hablando de dinero. Es un buen cebo para no hablar de lo sustancial que le exigen sus socios que si, le exigen dinero, pero también la amnistía y un compromiso de referéndum.  Lanzar afirmaciones taxativas es también un ejercicio temerario pero no nos debería sorprender que se encuentre el vericueto necesario para salir del paso y es que a todos ellos les une algo que amalgama mucho que no es otra cosa que compartir adversario que no es Vox sino el PP. 

Carta blanca

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