Francisco Otero (A Coruña, 1965) trae a la Asociación de Artistas Plásticos Gallegos (ARGA) una muestra de su quehacer, bajo el sugerente título de ‘Creando atmósferas’. Formado en Arquitectura Técnica en la EUAT de A Coruña y en cerámica y grabado artístico en la Escuela Picasso, consigue aunar la estética de los elementos arquitectónicos con las sugerencias de las luces y espacios que los envuelven en una aureola de misterio. En otras palabras, pinta como un poeta, creando auras evanescentes y liminales horizontes que se abren a un recóndito más allá y que perfilan ‘Otros mundos’, como en la obra así titulada, donde establece un contra punto surrealista entre una aldea situada sobre una pedregosa y quebrada geología y un enorme planeta esférico que asoma tras las apiñadas casas.. Otras veces, como en la obra ‘Espejismo nº 3 (La Terraza)’ dibuja arquitecturas conocidas flotando en una evanescente neblina, lo que hace que se transformen en una ingrávida y vaporosa aparición. Esta búsqueda de las sugerencias hace que se aproxime a un cierto onirismo casi abstracto, como en el cuadro titulado ‘Un sueño’, donde los perfiles negruzcos de una ciudad se diluyen entre vaporosos azules turquesa y sueltas manchas de rojizo-anaranjados. Hay cuadros que podemos leer como un símbolo de la vida o de la vida como viaje; tal es el caso de ‘Vías desiertas’ donde traza las líneas de los carriles del ferrocarril perdiéndose en la lejanía; igualmente, ‘Gélido’ dibuja un largo y oscuro tren de vapor que va resoplando humo blanco por uh desierto paisaje nevado; en ambas obras se siente latir la soledad y el eco elegíaco del silencio. También el cuadro ‘En el túnel’ es un símbolo de esos periplos oscuros que inevitablemente hemos de atravesar alguna vez. Se puede decir de Francisco Otero que tiene un alma romántica y que, como ocurrió con los grandes poetas y artistas de Romanticismo, gusta de la nostalgia que emanan los lugares ruinosos, como puede verse en las obras ‘Entre ruinas’ y ‘Ruinas en el lago’, donde nos sitúa en un entorno de mágicas evocaciones, y donde la arquitectura ya es arqueología que abre incógnitas y especulaciones sobre su significado.. Abierta también a incógnitas y preguntas es toda la creación de este artista, para quien lo visible es una incitación a indagar en lo invisible, en lo oculto y a ir siempre más allá. Significativos son, en este sentido, los cuadros de la serie ‘Espejismos’, en los que son lugares de la propia ciudad de A Coruña, como El Obelisco o el Paseo Marítimo donde la realidad conocida se transfigura y aparece como surgida de una visión ilusoria. Francisco Otero sabe buscar la belleza escondida tras las apariencias, sabe transformar sus pinceladas para que lo cotidiano se metamorfosee en lirismo que abra anhelados ensueños y sugiera lo invisible, lo que se esconde en las lejanías o tras la apariencia y que sólo es perceptible para aquellos humanos provistos de una excepcional intuición y dotados con los ojos de los visionarios.