Feijóo ha repetido varias veces que la economía será su ariete contra el gobierno de Pedro Sánchez y de ahí su insistencia en bajar el IRPF en beneficio, dice, de las rentas medias y bajas. Predica lo que no hizo en Galicia.
Desde la Xunta dejó de recaudar más de cuatrocientos millones a la vez que le pedía al Estado ochocientos para sanidad y educación. Lástima que no practicara con el ejemplo pues la receta fiscal de su gobierno se basaba en la petición urgente de más dinero al ejecutivo central mientras aquí beneficiaba a los más ricos. Datos cantan: su política significó un regalo a los ocho mil gallegos que tienen la fortuna –nunca mejor dicho lo de fortuna– de más de cincuenta millones de euros y deja una deuda pública del diecinueve por ciento, un récord.
Desde la oposición le recriminan que fue el “padrino” que bendijo la pérdida de las cajas de ahorro, entre los recortes de sanidad se puede sñsdir que a lo largo de su mandato y durante su mandato no se abrió ni una sola residencia pública para la tercera edad. Francamente: no se le conoce una sola obra que pueda unir a su currículo pero si se le acusa desde la oposición del cierre de más de un ciento de colegios públicos.
Lo que sí hizo, a lo largo de estos trece años dirigiendo a los gallegos, es cuidar su imagen. Lo dijeron, y muy claro, los trabajadores de la televisión y la radio de Galicia que durante semanas y semanas protestaron vestidos de negro señalando así el luto obligado por “la muerte de la verdad y la manipulación informativa y el uso descarado de los medios públicos.
Y ahora ya tenemos más datos del presente que añadir al historial del pasado: en contra de las políticas de sus antecesores – por ejemplo Pablo Casado– abrió la puerta a Vox regalándole parte del gobierno de la comunidad de Castilla y León.
Esta es pues la historia de las cuentas de su paso por aquí y de los cuentos que nos dejó como herencia.
Pero hay oras herencias que pesan más: la etapa de la policía “patriótica” que vigilaba a los adversarios políticos y, a la vez servía para tapar las miserias de aquel gobierno de Rajoy. De nuevo otro ministro autista: Fernández Díaz, jefe de aquellas policias no sabe nada ni escuchó nada. Otro cuento.