Discurso imposible

Alberto Núñez Feijóo ha acertado de pleno. De ninguna de las maneras podía ceder a las pretensiones terribles de Vox en relación a la solidaridad con los menores no acompañados y menos aún consentir, en el caso de que las hubiera, que las comunidades autónomas en donde gobierna se le sublevaran o pusieran pegas a su decisión de acoger a menores.


Ha hecho muy bien Feijóo en plantarse ante el discurso imposible y cruel del partido de Abascal. Como todos los nuevos, él y sus compañeros de partido se han visto a sí mismos como los salvadores de una patria que va a la deriva y dispuestos a la batalla cultural para la que no tienen ni formación ni propuestas salvo las de la negación. Vox, como cualquier otro partido, tiene derecho a defender sus propuestas, pero el realismo debe imponerse, y Vox, por una clara carencia de análisis sosegado sobre la realidad y de una evidente falta de inteligencia política, ha ido derivando a posiciones y discursos imposibles, inasumibles por una derecha democrática, y que a día de hoy no ha aportado nada digno de mención a la vida colectiva.


Lo que sí se ha evidenciado es que tuvo un afán clarísimo por tocar poder y entrar en gobiernos autonómicos y ahora se evidencia que su rival, por no hablar de enemigo, es el PP alineándose así con el PSOE que se hable de lo que se hable, se le pregunte lo que se le pregunte, la respuesta está escrita de antemano: el PP es el responsable, el malo y, por supuesto, huérfano de cualquier sentido de Estado. Por supuesto, los socialistas no tienen ni media palabrita de reproche a Junts, insolidario donde los haya, pero imprescindible, en su momento, para que Pedro Sánchez sea Presidente del Gobierno. Esto se les nota demasiado...


A Feijóo le esperan días en los que sus oídos van a cantarle de manera permanente. Él es el responsable de la ruptura de los gobiernos de coalición y sin duda será el responsable si la ley de extranjería no sale adelante, cuando se supone que la mayoría de progreso es una mayoría cohesionada y que, por lo tanto y por coherencia, son los partidos que forman esa mayoría los primeros concernidos en su aprobación. Por supuesto, debería haber sido él quien rompiera con Vox. Entre unos y otros están colocando al líder del PP en el centro de todas las controversias y de todas se le hace responsable como si fuera el Presidente del Gobierno. Al PP ni agua. Esa es la consigna tácita en la que coinciden la izquierda y el partido dé Abascal.


Dice Abascal que Feijóo está solo. Supongo que ya quisiera para sí esa soledad cuando se es la fuerza más votada de España aunque no gobierne. Vox ha perdido el norte, el sentido de la realidad y ha desaprovechado la oportunidad única de demostrar que sabe gestionar, que sabe estar en las instituciones. Si se va, que se vaya. En el PP se respirará con tranquilidad y muchos españoles también.

Discurso imposible

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