Su humanización surgió fruto de un proyecto para dotar de calles peatonales a todos los barrios de la ciudad. En septiembre de 1998 concluían las obras de la calle Barcelona, en Agra do Orzán, que se convertía entonces en una de las arterias comerciales de la urbe. Con Francisco Vázquez en María Pita, la actuación llevó a esta vía a su máximo esplendor. Tiendas de Inditex, de deportes –como Cimáns– y todo tipo de marcas se rifaban los bajos comerciales. Un panorama muy diferente al actual, y es que las rejas bajadas reinan en varios tramos de la calle.
La situación podría compararse con lo que ocurrió en San Andrés. El ahora bulevar de moda vivió años de decadencia, al pasar de ser la principal arteria comercial de A Coruña a una zona en la que los locales colgaban los carteles de ‘se traspasa’. Con su renovación, el interés por instalarse en la vía crece y cada vez son más los emprendedores que ponen el punto de mira en San Andrés. El presidente de la Federación Unión Comercial Coruñesa (FUCC), José Luis Boado, asegura que “las zonas van renovándose, de forma que se hacen más modernas y más accesibles”. El nuevo resurgir de la calle Barcelona, por lo tanto, pasa por “dotarla de un transporte público adecuado y mejorar su accesibilidad para renovarla y que deje de ser una zona apagada”.
El director territorial de Galicia de la consultora inmobiliaria Gesvalt, Roberto Castro, recuerda que la zona se deterioró debido a pequeños robos y hurtos que se repetían de forma continua. Además, pese a ser el área más poblada de la ciudad y tener “constante tránsito de gente”, la vía está más dedicada a “comestibles y productos de primera necesidad”. Renovar la zona, apunta, pasa por “abrir más la calle hacia As Conchiñas, que es donde hay más cafeterías y más ambiente”.
La planificación urbanística, añade Castro, no ayuda, y es que “está compuesta por edificios altos que quitan mucha luz”. Otro factor que juega en contra de esta arteria comercial es la capacidad económica. “Por sociología, son pensionistas y emigrantes que tienen una renta media de 1.000 o 1.200 euros, lejos de los sueldos que pueden tener las personas que residen en el centro de la urbe”, concluye.
Los vecinos tienen el mismo concepto de lo que necesita la calle Barcelona. El vicepresidente de la asociación vecinal de O Ventorrillo, Aníbal Rodríguez, coincide al señalar que “se podría cambiar el pavimento, que está viejo, sustituir los árboles y, en resumen, hacer una pequeña reforma estética como en San Andrés para que la gente pasee más por la zona”. Rodríguez considera que la hostelería funciona a la perfección, pero el tramo que se comprende entre Villa de Negreira y la calle Páramo “nunca despuntó como la otra zona de la vía y necesita un impulso”.