Y así está la política española. Es un tema en el que no me gusta entrar, porque, de alguna manera, es participar en esa ceremonia de la confusión que promueven los medios de comunicación militantes de la izquierda para intentar tapar el tema Koldo-Ábalos-Sánchez aún a costa de arrastrar por los suelos la marca España y, ya de paso, hacer irrespirable el ambiente político nacional, una “cafrada” en toda regla. Pero es que la comparación es tan injusta y arbitraria que merece una reflexión en esta columna que compartimos todos los sábados desde hace ya muchos años. Por un lado, tenemos a Eva Cárdenas, una mujer triunfadora en base a su trabajo y sus méritos que puede acreditar hasta el último céntimo de sus cuentas bancarias. Tiene formación, currículo y escuela más que sobrada. Su padre ya fue un gran ejecutivo de banca, de aquellos que hicieron grandes las cajas de ahorros hasta que otros las esquilmaron, hombre honrado y cabal del que cualquier hijo podría presumir y los suyos lo hacen con la cabeza bien alta. Eva cuenta en su haber con una larga trayectoria profesional llena de éxitos y no necesita a nadie ni nada para vivir cómodamente sin ningún agobio, se lo ha ganado. La política a Eva solo le ha supuesto incomodidades, hasta el extremo de verse enfangada en el parlamento español de la mano de una sucísima maniobra del partido socialista que no dudó en apoyarse en un bulo de un medio afín para intentar manchar el nombre de Eva Cárdenas ¡olé por las feministas del Psoe! El bulo duró lo que duran las mentiras que como saben tienen las patas muy cortas. Feijóo nunca dio ni un euro a la empresa en la que Eva trabajó y así está acreditado. No le importó a la ministra Montero intentar mancillar la reputación de Eva para hacer daño al líder popular. El otro caso es distinto, Begoña Gómez, la mujer del presidente no tiene antecedentes, no digo penales, me refiero a los profesionales, su currículo antes de que su marido fuera presidente es un folio en blanco. Ese folio se empezó a escribir tras la presidencia de Pedro Sanchez y, entonces y solo entonces, supimos de sus “actuaciones profesionales”. Sin licenciatura alguna, goza de una cátedra universitaria y realiza gestiones con empresarios no sabemos en calidad de qué. Se reunió con los propietarios de Globalia semanas antes de que el estado inyectara en esa compañía cientos de millones de dinero público y, curiosamente, empresas ligadas a ese grupo empresarial subvencionaron eventos en los que Begoña participaba y de los que obtenía beneficios. Por eso es razonable preguntar al presidente por el estatus de Begoña, si se reúne con empresarios queremos saber por qué y para qué y, si, además, las personas con las que se reúne reciben subvenciones del estado, con mayor motivo. Intento sustanciar más comparaciones, pero es que no hay por donde cogerlo, Eva no vuela el Falcon ni hace fiestas en Moncloa. Dirán los malpensados que soy amigo de Eva o de Feijóo y que esto es “echar una mano a una amiga”. Conozco a Eva desde hace cincuenta años, pero tengo que decirles que es fácil que haga más de cuarenta que no cruzo dos palabras con ella, es lógico, ella ha trabajado mucho fuera de Galicia y las amistades de la infancia se distancian, inevitablemente, en el tiempo. Con Feijóo no hablé en mi vida. No es eso amigos, es que la injusticia no me deja indiferente.