No hay respiro, el sosiego no está en las prioridades del gobierno de Sánchez. La paz y tranquilidad que tanto necesitamos en estos tiempos difíciles nos las han robado sin piedad alguna. Las familias estamos a sobrevivir, a la pelea diaria con la compra y las facturas y sin sacar un pie del tiesto porque no podemos. Preocupados por el futuro de nuestros hijos sacamos fuerzas de donde ya no quedan para darles un futuro que cada día es más incierto y, todo ello, sin ruido ni revoluciones callejeras que bien podrían servirnos de desahogo, pero ni eso, la ciudadanía es la que está manteniendo la paz social a costa de morderse el labio para retomar fuerza y, ni con tanta generosidad ciudadana, recibimos empatía de los gobernantes que pudiera servirnos, por lo menos, de consuelo.
Es el mundo al revés, ciudadanías resignadas y gobierno revoltoso. Tras la aprobación de la vergonzosa ley de amnistía, que rechazamos más del setenta por ciento de los españoles, vienen las elecciones vascas en las que se intuye un triunfo, también vergonzante, de Bildu en un tránsito inexplicable de los “zulos” al poder que, de llegar, lo haría de la mano de un PSOE irreconocible. Unos días más tarde, llegarán las elecciones catalanas, en las que los separatistas de ERC esperan también el apoyo del PSOE para formar gobierno y unas semanas después, las elecciones europeas en las que muchos españoles tenemos la esperanza de que el PSOE reciba el castigo al precio de los siete votos que Sánchez está pagando a los separatistas vascos y catalanes.
No les quiero contar los cientos de millones que estas tres elecciones seguidas nos van a costar porque mientras no hay un puñado de millones para atender a los enfermos de ELA, para gastos políticos parece no haber límite alguno. Nos dicen que la democracia es cara y es cierto, pero en España es mucho más que cara, rozando lo insoportable. Una cosa sí me llama la atención desde siempre y es la enorme indulgencia que la izquierda sabe aplicarse a sí misma frente a cualquier caso de corrupción. En el caso que cuento resulta casi insultante para los ciudadanos: hace unos años, Pedro Sánchez dijo a Rajoy:” un gobierno sin presupuestos debe convocar elecciones porque sin presupuestos no se puede gobernar”. La pasada semana el gobierno renunció a presentar los presupuestos del año 24 por no tener garantizados los apoyos suficientes y claro, los que recordamos lo que Sánchez le había dicho a Rajoy, pensamos que, en consecuencia, iba a convocar elecciones, pero nos equivocamos.
Ahora Sánchez presume de que no aprobar los presupuestos es una gran noticia y que hay que pensar en los del año 25, que tampoco tiene garantizados, para dar paso a todos sus ministras y ministros a celebrar el fracaso de no tener presupuestos acompañados, por supuesto, por los tentáculos mediáticos de la izquierda que son muchos y muy grandes y los cuales, no lo duden, estarían lapidando a un gobierno del PP que no pudiera presentar los presupuestos en tiempo y forma.
Y para aderezar esta ensalada “Frankenstein” Sánchez devuelve la vida política a Zapatero, ya tiene que estar desesperado, y lo pasea por España imagino que para recordarnos que nos arruinó y nos dejó al borde del rescate mientras proclamaba por las calles que “España está en la Champions Ligue” de la economía mundial. ¡De locos!!