El pasado jueves por la tarde-noche, recibo la noticia, Ezequiel Pérez Montes, “Eze”, nos había dejado para siempre. Me impactó la noticia por inesperada, si bien es cierto que en los últimos meses no estaba en plena forma, tampoco pensé que su final se acercaba. Lo sentí, claro, pero a mi cabeza vinieron tantos buenos recuerdos que no pude entristecerme. El animador de todas las reuniones y comidas, el apasionado coruñés militante, el amigo noble y entrañable, me pedía una sonrisa en su recuerdo. El fue quien me hizo mi primera entrevista en La Hoja del Lunes, que muchos coruñeses recordarán de aquellos tiempos en los que los lunes no salían los periódicos y nos informábamos a través de aquellas páginas que elaboraban varios periodistas coruñeses. Desde aquella entrevista hasta hoy mantuvimos una amistad inquebrantable, le gustaba llamarme “hermanito” y el sentimiento coruñesista que compartíamos nos unió hasta que Eze se fue desde su Ciudad Vieja a buscar a sus amigos, Pepe Dopeso, Margarita Ponte, Cristino Álvarez, Bocelo, Máximo Sanz, Alberto Martí y tantos otros coruñesistas con los que compartimos tiempos difíciles y emocionantes para nuestra ciudad. En el templo gastronómico de nuestro amigo César, El Coral, mantuvimos tertulias interminables, siempre pensando en La Coruña y donde Ezequiel pedía una servilleta de papel para, con su letra ilegible, dar forma a su columna del día siguiente en El Ideal Gallego. El teclado desde el que escribo estas letras es el mismo que escribió cientos de artículos de Ezequiel, pues solo Mari Carmen García Neira, mi colaboradora, amiga y un poco madre, era capaz de descifrar aquella letra imposible del bueno de Eze. Era un hombre polémico, con una cultura infinita, decía lo que pensaba, aunque pisara callos. Su currículo es interminable, prensa, televisión, tertuliano con una memoria envidiable y siempre dispuesto a ayudar a sus amigos, era de los que no esperaba a que le pidieras ayuda, cuando intuía que podía ser útil, allí estaba. Presumía de ser el periodista que más entrevistas había hecho a Fraga Iribarne, hasta 37 y lo cierto es que entrevistó a todas las personalidades que protagonizaron la transición, Ezequiel era una referencia del periodismo gallego y nadie le negaba un encuentro. Siempre tenía a mano un “latinajo” para apostillar cualquier conversación, porque sí, Eze hablaba latín entre otros idiomas. Recuerdo con cariño las interminables tertulias en el Coral, con el bueno de César Gallego, otro enamorado de La Coruña, como tantos que nos han dejado pero que viven en nuestro recuerdo porque el coruñesismo no puede olvidar a nadie de aquellos que hicieron grande a nuestra ciudad. No dejaba pasar una semana sin darme una llamada para ver que tal estaba y se emocionaba cuando recordábamos juntos a los que ya no están, su gran referencia era Pepe González Dopeso, en cuya casa se refugiaba muy a menudo para aprender de su sabiduría, ambos compartían ese amor inquebrantable por su ciudad. Me siento orgulloso de haber estado tan cerca de aquellos coruñeses inolvidables e imprescindibles a la hora de contar la historia reciente de nuestra ciudad. Siempre cuidado por su ángel, su hermana Tesi, una persona con una humanidad casi impropia de estos tiempos que vive por y para los demás. Ezequiel, te recordaremos siempre y creo que La Coruña tiene una deuda de gratitud contigo y espero que tus compañeros de la Asociación de la Prensa de La Coruña sepan reivindicarte. Hasta siempre “hermanito”.