De la intervención de la ministra de Defensa en la Pascua Militar yo destacaría sus palabras de agradecimiento a todos los que desde distintos ámbitos de la sociedad han estado en primera línea de batalla luchando contra el Covid, sin olvidarse del papel primordial de las Fuerzas Armadas en ese y otros frentes. También su recuerdo a las victimas del terrorismo de ETA.
Margarita Robles siempre tiene presente el factor humano, forma parte de sus señas de identidad, de su capacidad para meterse en la “piel” de los demás, de no olvidar que gobernar no es otra cosa que estar al servicio de la sociedad y por tanto acercarse al dolor ajeno.
Los suyos no son discursos envarados, de compromisos, de esos repletos de palabras huecas. Cuanto dice suena a “verdad”, son las palabras de alguien convencido de lo que hace, dirigidas a personas y no para llenar unos segundos en los informativos.
Hay políticos para los que los ciudadanos son números estadísticos. No son capaces de ponerse en la piel de los “otros” aunque esos “otros” sean ciudadanos de carne y hueso que incluso hasta les han votado.
Para ellos la política es un fin en sí mismo y no un medio para trabajar en pro del bien común, es decir de las personas.
Utilizaré una palabra que no me gusta pero que se ha puesto de moda: empatizar. Porque hay políticos que no son capaces de “empatizar”, de transmitir una sola emoción, de mostrar que son solidarios y se sienten cercanos al dolor ajeno.
Lo vimos durante la pandemia cuando en las ruedas de prensa que a diario organizaba el Gobierno confundieron la sobriedad con la distancia respecto al sufrimiento de los ciudadanos.
Solo una ministra, Margarita Robles, mezcló su dolor con el dolor de tantas familias cuando lloró delante de los féretros de las víctimas del Covid, en el Palacio de Hielo de Madrid.
En esta Pascua Militar, en un momento en que los ciudadanos volvemos a sentir el azote de la incertidumbre ante la deriva del Covid, en que la sociedad entera está exhausta al tiempo que temerosa ante este enemigo invisible, la ministra de Defensa ha vuelto a dirigirse a las personas, no solo a quienes forman parte de las Fuerzas Armadas, sino a la sociedad entera. Sus palabras no curan el Covid pero si ayudan a paliar el desconsuelo de tantas y tantas personas que han perdido familiares y amigos o que en estos días luchan por sus vidas desde la cama de un hospital. Son palabras que nos recuerdan los problemas que afrontamos como sociedad y por tanto sobrevuelan el ámbito exclusivamente castrense y se dirigen a todos los ciudadanos.
Yo diría que se nota que a la ministra nadie le escribe los discursos y que por eso suenan a verdad.
Margarita Robles está a pie de calle, nunca ha perdido de vista su vocación: el servicio público al que ahora se dedica en cuerpo y alma como ministra de Defensa. Quizá por eso se ha ganado el respeto y el afecto de buena parte de la sociedad.